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2010_CEOCB_monografia Santiago Maravatio.pdf - Inicio

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Los que aceptaron el trabajo se fueron con ellos a El Dormido, de allí al Jacal, próximo a<br />

La Pila, se escondían en otros lugares esperando la oportunidad de agarrar a Santos López, hasta que<br />

un día lo sorprendieron en su parcela que tenía junto a su casa, lo tirotearon y por mala suerte para<br />

ellos y buena para él no le acertaron, y en ese momento su esposa, que estaba zarquitas, le llevó el<br />

rifle con que les contestó, mató a dos y uno quedó herido, con una pierna quebrada, que por cierto la<br />

perdió, ese fue Eustorgio quien se expresó así: “ No me vayas a matar papacito, ya me tocó perder,<br />

qué quieres que haga?” Y Santos le contestó: “ Mira, ten mucho cuidado, si me dices quienes los<br />

mandaron te perdono la vida; pero si tratas de engañarme no te la perdono.” “Mire jefe, José López y<br />

<strong>Santiago</strong> Becerra, nos ofrecieron $ 5.00 pesos en dinero y nosotros jodidos, con ganas de ganarnos<br />

unos centavitos nos resolvimos; pero con muy mala suerte, ya ve. Esa es la verdad, patroncito, yo no<br />

lo estoy engañando. Dijo Santos: “ ¡ 5 pesos, tan poquito valgo yo!” Le creí y le perdoné la vida.” Esto,<br />

en presencia mía, se lo platicó Santos López a José Páramo en la puerta de su casa aquí en <strong>Santiago</strong><br />

Maravatío.<br />

Jesús Becerra me platicó que después de lo sucedido, ellos: él, <strong>Santiago</strong>, José y no sé<br />

quien más, llevaron a Manuel Zurita y su compañero muertos a la cueva del Chivato, allí los<br />

aventaron y hasta la fecha allí están. La cueva del Chivato se localiza en la parte norte de la<br />

comunidad de El Timbinal, no muy distante.<br />

IX.6 Gabriel López<br />

Allá por el mes de julio de 1939, Gabriel López fue un vecino de la comunidad de La Pila,<br />

municipio de <strong>Santiago</strong> Maravatío, que atendía los cerdos de Don Flaviano Rosas, en su casa, en La<br />

Jara, rancho situado al norte de La Pila a 400 metros de distancia aproximadamente. Era un<br />

muchacho serio, trabajador, muy dedicado a su trabajo; pero los hijos de Don Flaviano, escasos de<br />

dinero, un día dijeron a Gabriel que los dejara vender un cerdo, lo cual éste negó. Los muchachos lo<br />

robaron y echaron fuera de la pocilga todos los marranos; otro día al aparecer lo sucedido, los<br />

muchachos dijeron a su padre que Gabriel lo había robado y para despistar había echado fuera todos<br />

los puercos de las corraletas. Don Flaviano se enojó mucho con Gabriel, hasta golpearlo y lo corrió<br />

del trabajo amenazándolo con recomendarlo para que no le dieran cabida en sus alrededores para<br />

vivir y trabajar.<br />

La Pila era propiedad de Don Victoriano Ruiz, quien ya vivía en la cabecera municipal,<br />

<strong>Santiago</strong> Maravatío, con su esposa Teodora y toda su familia. Allá por los años de 1939 fue a dar una<br />

vuelta por su terreno en donde se encontró a Gabriel López que andaba en casería en su terreno, a<br />

quien muy bien le había recomendado, Don Flaviano Rosas, como elemento nocivo, que por ningún<br />

motivo aceptara en su rancho como trabajador y menos como vecino; le llamó la atención como<br />

estaban acostumbrados los ricos a hacerlo con los pobres en esos tiempos, provocándolo. Gabriel le<br />

contestó mal, en forma alterada, por lo cual Don Victoriano le indicó y exigió que le desocupara el<br />

sitio donde vivía, cosa que agrandó las malas intenciones que ya Gabriel estaba fraguando en contra<br />

de los ricos que malamente lo trataban. Otro día lo tanteó, lo balaceó acertándole solamente un<br />

proyectil en los glúteos, sin causarle mucha gravedad; físicamente no fue grande su herida, pero<br />

moralmente sí. ¡Qué cosa tan denigrante…que un peón balaceara a un patrón!<br />

Hechos memorables<br />

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