2010_CEOCB_monografia Santiago Maravatio.pdf - Inicio
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quedan familias desintegradas e hijos por aquí y por allá dedicados a la perdición. Los niños crecen<br />
sin haber recibido el amor de sus padres llevando una vida desordenada y frustrada que los conduce<br />
a la delincuencia. Me ha tocado conocer a jovencitas y jovencitos que nunca vivieron con sus padres,<br />
nunca conocieron el amor del hogar y como reflejan la carencia del hogar y amor paterno, con un<br />
semblante pálido y desinteresado. Sin querer reflejan toda la tristeza que llevan dentro de sí. El<br />
hambre y la sed del amor de padres del que carecieron toda su vida; estas han sido muchachas y<br />
muchachos que nacieron en los hogares desintegrados, en los que los hombres han dejado a sus<br />
esposas y a sus hijos en el sufrimiento. Los psicólogos dicen que aquí está el principio de los<br />
desadaptados y criminales. Yo sugiero a los jóvenes que tengan cuidado, que se comprendan; la<br />
comprensión es la base de sostenimiento en los matrimonios, la comprensión es la convivencia y la<br />
perduración de la vida marital<br />
La experiencia es el conocimiento logrado por la práctica y eso es lo que la tercera edad<br />
ha adquirido a través de más de 60 años de vivencias; la tercera edad no es un gozo, pero sí es la<br />
experiencia prolongada, desavenencias y satisfacciones y muchas cosas más. Y como dice el decir: “<br />
Que triste es llegar a viejo;” pero es más triste no llegar…” La tercera edad tiene el poder del saber: el<br />
saber fuerte, el saber de la escuela de la vida, el saber de la experiencia. Nunca niegues a nadie una<br />
sonrisa. Con este escrito se ganó un premio a nivel Guanajuato.<br />
XIII.13 Aportación de un Vecino<br />
El señor Jesús Sierra (a) el Capiro, cuando era joven y tenía aproximadamente 15 ó 16<br />
años, se acercaba al curato con el propósito de ayudarle al Padre Vicario de <strong>Santiago</strong> Maravatío, Fr.<br />
Nicolás López Gaitán, en sus menesteres del oficio sacerdotal, como eran: abrir la puerta del templo,<br />
tocar las campanas para las llamadas a misa, arreglar la indumentaria para celebrar, así como las<br />
vinajeras, prender y apagar las velas y demás cositas relacionadas con el asunto sacerdotal a la hora<br />
de la misa.<br />
Un día, a horas entradas de la noche, alguien tocó la puerta de su cuarto y le dijo: “ Jesús,<br />
levántate, ve a dar la primera llamada de misa, abre la puerta del templo, prepara los ornamentos,<br />
voy a celebrar.” Jesús hizo lo que le encomendó; pero se sorprendió y se hizo la restricción mental:<br />
“¿ Por qué tan temprano? Debe ser la hora de costumbre, sólo que yo estoy amodorrado y<br />
somnoliento. ”<br />
Jesús abrió el templo como le indicó el padre e hizo todo lo que le dijo. Se llegó el<br />
momento, prendió las velas, le ayudó a ponerse los ornamentos sagrados para celebrar, le ayudó la<br />
misa y cuando terminó el padre le dijo:” Mira Jesús, en el pozo que está en la parte posterior del<br />
crucero del lado norte del templo, hay una custodia en el fondo, quedó escondida para no ser<br />
profanada por los soldados impíos de la época; tírale todo el agua al pozo y sácala, no se te olvide. Ya<br />
vete a dormir, todavía es muy temprano<br />
Jesús cerró el templo, guardó los ornamentos y se fue a dormir; el padre se quedó<br />
hincado en un reclinatorio dando gracias; pero a Jesús nunca se le ofreció fijársele en la cara, por lo<br />
cual no se dio cuenta que al padre, a quien le ayudó la misa, no era el padre Gaitán.<br />
Leyendas<br />
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