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2010_CEOCB_monografia Santiago Maravatio.pdf - Inicio

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donde pase la noche.” La señora le trajo una tambuchada de pan y un buen jarro de café que a<br />

<strong>Santiago</strong> le supo de maravillas, quedando completamente satisfecho. Mientas <strong>Santiago</strong> satisfacía<br />

sus necesidades estomacales el profesor escribía una carta, cuando terminó se acercó a él y le dijo” Al<br />

llegar a la estación del tren preguntas por Ramón y le entregas la carta. “<br />

Antes de llegar a la estación del tren, Chago vio a un hombre que se dirigía también a la<br />

estación del tren, a quien interrumpió: “ ¿Dónde puedo ver a este señor? “ Mostrándole la carta. El le<br />

contestó: “A sus órdenes, yo soy ¿en qué le puedo servir?” “La carta le indicará” Abrió la carta y al<br />

leerla le dijo: “ Aunque ya llevo uno con pasaje gratis, también a ti te llevaré, el profesor es mi<br />

compadre y es una persona muy fina, no me le puedo negar, a ti también te voy a llevar ¿Hasta donde<br />

vas? - Hasta Salvatierra.- Yo sólo llego a Salamanca; pero ya de allí está cerca, espérate media hora y<br />

nos vamos, mientras súbete al tren si quieres.<br />

“Me subí al tren, estando sentando esperando la hora de salida, se me acercó un señor de<br />

piel negra y cabello muy chino; solamente los dientes le blanqueaban y me dijo:” No traes dinero<br />

¿verdad? Mira voy a pedirle a los pasajeros que te ayuden” En efecto se fue por los vagones pidiendo<br />

una ayuda para un pasajero muy pobre. Toda la gente lo veía con simpatía y muy entusiasmada.<br />

Parecía muy simpático y agradable a la gente. Regresó y me entregó alrededor de $ 350.00, cantidad<br />

que casi me restituía lo que había gastado para llegar a la frontera.”<br />

Al llegar a Salamanca me despedí del señor que me había traído, me bajé del tren, me fui<br />

a buscar la parada de los camiones, al fin ya traía dinero para llegar a mi tierra; llegué a Celaya,<br />

busqué el camión que me traía a Salvatierra, lo abordé y bajándome me vio Rodrigo Navarrete que<br />

iba en su camioneta y me dijo: “ Vámonos Carpita” era su modo de llamarme de muchas personas,<br />

subí a su camioneta y le platique lo que me había sucedido y le di gracias a Dios porque ya había<br />

llegado a <strong>Santiago</strong> Maravatío, mi tierra. Todavía no había camión más que por Maravatío del Encinal,<br />

no existía la carretera nueva y antes de llegar a la entrada del pueblo le dije a Rodrigo: por favor<br />

bájame aquí, yo me voy por todo el canal para llegar al barrio de Guadalupe en donde está mi casa.<br />

Cuando llegué a mi casa vi que varias personas estaban rezando una novena a San<br />

Martín de Porres; le platique a mi esposa lo que me había sucedido en el tren en la estación de<br />

“Chiquerillos” señalándole la imagen le dije: “ Este es el señor que me dijo. No traes dinero ¿verdad?<br />

Voy a pedirle a los pasajeros que te ayuden; yo estuve personalmente con él. Este es, él fue el que me<br />

dio el dinero. Después de hacerme la entrega, desapareció misteriosamente. En presencia de todos<br />

los que estábamos en el vagón desapareció y nadie supimos como.<br />

Yo, dirigiéndome a los vecinos presentes, los invité a rezar otra novena a San Martín de<br />

Porres por el favor que me había hecho sin pedírselo.<br />

Esto se narra en forma de leyenda; pero con un porcentaje muy grande de verdad según<br />

Doña Cuca Jiménez con 94 años de edad, esposa de Don <strong>Santiago</strong> Cardoso.<br />

Leyendas<br />

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