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2010_CEOCB_monografia Santiago Maravatio.pdf - Inicio

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embellecen el lugar con su presencia en las ramas de los árboles y sus dulces y agradables cantos que<br />

realzan y ennoblecen nuestro espíritu en estas tierras “Apartadas del mundanal ruido por donde<br />

han ido los poco sabios que en el mundo han sido” ( Fr. Luis de León.)<br />

Al poco tiempo de estar establecidos en las cumbres de dicha montaña, la señora dio a<br />

luz a su primogénita, quien a petición de Don Alpino y con el consentimiento de su esposa, tendría<br />

que llevar el nombre de Paloma, en honor a su madre y el lugar donde tantas palomas hay.<br />

Transcurridos algunos días se llegó la fecha en que venía un fraile de la Hacienda de San<br />

Nicolás de los Agustinos a <strong>Santiago</strong> Maravatío, para satisfacer las necesidades religiosas de dicho<br />

pueblo, ya que en aquellos tiempos era una doctrina del convento de los religiosos de<br />

Yuririhapúndaro, encargada a los de la Hacienda de San Nicolás de los Agustinos.<br />

Don Alpino y su esposa bajaron a <strong>Santiago</strong> Maravatío para ingresar a su primogénita al<br />

gremio de la catolicidad, mediante el bautismo, el cual se realizó en la sencilla capilla que en aquellos<br />

tiempos había en ese pueblo, precisamente en el lugar donde se encuentra actualmente el templo<br />

parroquial.<br />

Regresaron a su casa o sea a la cumbre del cerro donde vivían, tan felices que todos los<br />

encantos de la naturaleza, sobre todo, por el brote del agua zarca de aquel precioso manantial. Ese<br />

brote de agua cristalina y dulce, con su sabor inodoro, fue la causa o motivo, de su establecimiento en<br />

ese lugar.<br />

Después de que transcurrieron dos años aproximadamente, les llegó la segunda<br />

bendición del cielo: otra nueva pequeñita colmada de encantos. Don Alpino le dice a su esposa: “<br />

Paloma , atravesamos todo el inmenso mar para buscar fortuna y mi mayor fortuna son mis dos<br />

preciosas criaturas que por nada del mundo me desharía de ellas. Ya logramos la fortuna más grande<br />

de nuestra vida.”<br />

Se llegó el día del bautizo y le pusieron por nombre Columba, quien fue la mayor<br />

adoración de su primogénita, la que se veía en ella y sólo en ella pensaba; ya que pudo gatear y dar<br />

sus primeros pasos, jugueteaban todo el día, para caer rendidas de cansancio a la cama y dormir<br />

como benditas.<br />

Una vez que pasaron otros dos o tres años, la cigüeña volvió a visitar esa cumbre de cerca<br />

de 3000 metros de altura sobre el nivel del mar, dejando caer sobre el regazo de la señora Paloma otra<br />

encantadora muñequita, la cual al verla su padre, Don Alpino dijo:” Todos los hombres desean tener<br />

una mujer y yo de una , ya tengo tres más, que me dan un total de cuatro. Si una mujer es una<br />

felicidad, cuatro son cuatro felicidades o mejor dicho, la felicidad de las cuatro juntas en una sola<br />

felicidad. Por tercera vez bajaron a <strong>Santiago</strong> Maravatío con el mismo propósito: bautizar su nuevo<br />

vástago a quien se le puso por nombre Zurita.<br />

Zurita fue el cuidado y adoración de sus dos hermanitas mayores, quienes se desvivían<br />

por ella. Mientras ellas crecían pasaron 15 o más años, la mamá se preocupó por todo lo que debe<br />

saber una mujer, sin descuidar el corte y confección de sus propios vestidos, los cuales, ellas mismas<br />

Leyendas<br />

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