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<strong>Santiago</strong> Maravatío.<br />
276<br />
gringos, con su mal español, o valiéndose de algún mal intérprete, un muchacho muy joven, después<br />
de recibir la arenga, dijo: “ Compañeros, si ustedes están de acuerdo en que les maten su ganado ,<br />
arrímenlo; yo no, ni lo traigo , ni permito que lo saquen del terreno de mi padre; sí lo aceptan ustedes,<br />
dejaran de ser lo que son.”<br />
En ese momento estalló el grito, al unísono de toda la aglomeración: “ No los arrimamos,<br />
ni dejamos que los maten,” Al ver esto, los gringos, se treparon rápidamente al Geepe y salieron de<br />
Las Cruces; pero como era tiempo de lluvias, el camino estaba muy lodoso y atascozo, no arrancaba<br />
el geepe con velocidad , le impedía el lodazal, mientras los campesinos se abalanzaron tras de ellos.<br />
Al ver que a pesar de todo , el geepe se iba adelantando y los iba dejando, entonces un señor de la<br />
Lagunilla, llamado Guadalupe Zamora, agarró un caballo güero de un cuñado suyo que estaba<br />
pastando amarrado, le trepó, arrancó en él, les cortó tierra por línea recta y al llegar a La Lagunilla, al<br />
pasar la puerta, en el campo deportivo, dejó el caballo a un lado de la puerta y él se puso en el otro. Al<br />
llegar los gringos a la puerta lo buscaban en donde estaba el caballo y él los recibió a balazos del lado<br />
opuesto, matando a 3 gringos. El chofer que era mexicano y vecino de Salvatierra, quedó herido de<br />
una pierna; pero a pesar de todo siguió manejando, atarantado por la sorpresa y las heridas no sabía<br />
que hacer, dio algunos topes en la cerca con el geepe, echándose alguna piedras adentro. Otro día la<br />
noticia del periódico era un escándalo grandísimo. Los vecinos de la comunidad de La Lagunilla del<br />
Carmen, no aceptaban que les mataran sus animales; pero ellos si colaboraron para que mataran a<br />
los güeros y hasta el geepe les cargaron de piedras, era el decir del periódico, ya que las piedras<br />
cayeron solas al geepe al topear la cerca.<br />
Otro día La Lagunilla amaneció rodeada de soldados federales e invadieron todos los<br />
contornos, sin lograr ninguna pista, todos los vecinos se dieron a la huida, no les quedaba otra y no<br />
fue posible que los sorprendieran con sus familias, ya ellos así lo esperaban.<br />
Los soldados federales se encargaron de reunir todo el ganado de las comunidades<br />
mencionadas e indicaron que los dueños pasaran a la ciudad de Salvatierra donde iban a matar y<br />
pagar el ganado, así sucedió, todo el ganado les pagaron.<br />
El señor Bartola Cuna Cruz traía una vaca blanca y algunas pintas que se veían desde<br />
lejos, iban 5 soldados a arriarlas, las vacas andaban en la cumbre del cerro prieto, en la manguilla,<br />
cerca de ellas estaba, nada menos que D. Guadalupe Zamora con otros compañeros que eran<br />
Benjamín Zamora, Samuel Velarde, Cándido López y Andrés García, quienes al ver a los soldados los<br />
llamaron. Al ver esto los soldados, dejaron las vacas de Bartolo Cuna y siguieron de paso con el<br />
demás ganado. Con esto Bartolo salió ganando, le quedó la semilla.<br />
Después, los díceres de las gentes, rumoraban que el chofer, que era de Salvatierra, se<br />
había quedado con una buena maleta de billetes, y que después de pasado el tiempo había llamado a<br />
D. Guadalupe Zamora para darle una buena parte, ya que gracias a él había recogido dicho dinero<br />
que no era poco para su susto. Y que así quedó muy bien con D. Guadalupe que como valiente era el<br />
azote de la región, a un radio muy amplio lo temían y respetaban.<br />
Don Guadalupe Zamora, a mi personalmente, me platico que los gringos lo habían hecho<br />
comer astillas de piedra y le habían tapado los ojos con las mismas con los plomazos que le