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2010_CEOCB_monografia Santiago Maravatio.pdf - Inicio

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El Colegio del Espíritu Santo, como queda dicho, inicio sus actividades el 18 de septiembre<br />

de 1878 con 75 alumnos de los cuales 7 eran teólogos, 12 filósofos y 56 latinos, pues muchos alumnos<br />

venían de colegios que habían sido clausurados por motivo de las Leyes anticlericales. Dicho<br />

Colegio logró reunir 112 alumnos.<br />

El P. Villanueva estaba solo y así se las ingenió para atender los diferentes grupos: los<br />

filósofos atendían a los latinos, los teólogos, a los filósofos y el P. Fr. Nicolás Villanueva, a los<br />

teólogos. Su método intuitivo consistió en “jugar aprendiendo y aprender jugando”. Se dice que el P.<br />

Villanueva era tan ingenioso que inventaba miles de juegos de palabras para aplicarlos en la<br />

enseñanza-aprendizaje, fue un gran pedagogo.<br />

El siguiente año, 1879, presentó exámenes públicos de las tres facultades en el convento de<br />

los padres carmelitas de Salvatierra, a los que acudieron, por invitación expresa, los personajes más<br />

cultos de la ciudad, quienes quedaron admirados, asombrados y sorprendidos de que un solo<br />

individuo haya capacitado un verdadero colegio en sus tres facultades.<br />

No habiendo fondos para construir un edificio conveniente, los mismos alumnos dirigidos<br />

por el P. Villanueva levantaron un jacalón, con techos de zacate sobre morillos sustentados por<br />

horcones de mezquite y con la pared frontal de varas de jara curiosamente entretejidas.<br />

Naturalmente, la construcción fue perfeccionándose con los años, sin que llegara nunca al calicanto.<br />

El que escribe, de niño, vio rastros de construcción de calicanto que seguramente fueron de el<br />

edificio del colegio o de la casa cural.<br />

El P. Villanueva les acondicionó un reglamento con sus estatutos definidos y prácticos que<br />

cumplían con gusto y alegría, seguramente guiados por la santidad de su rector que seguramente eso<br />

era: un santo. Todos los colegiales eran pobres, nadie aportaba colegiatura y aún así sostuvo el<br />

colegio durante 10 años, en los que nunca les faltó una alimentación sana suficiente, completa y<br />

nutritiva lo que confirma el don de la santidad de este venerable varón.<br />

De este sencillo jacalón salieron 55 sacerdotes agustinos, 8 seculares, 2 carmelitas, 1<br />

jesuita, 1 franciscano y varios profesionistas que salieron hacer otras carreras en las universidades,<br />

llevando las bases del Colegio del Espíritu Santo de <strong>Santiago</strong> Maravatío, como un Fulgencio Vargas<br />

Ortiz, nativo de Jaral del Progreso gran escritor, historiador, profesor universitario y político y el<br />

Prof. Manuel María de la Mora, insigne maestro.<br />

( Fr. Nicolás P. Navarrete, Biografía de Miguel F. Zavala, pág.23)<br />

1865-1923. Rafael Ruiz Rivera nació en la ciudad de Jaral del Progreso, del Estado de<br />

Guanajuato, el 28 de septiembre de 1865. Sus padres: el señor Antonio Ruiz y Ma. Jesús Ballesteros,<br />

su esposa; sus hijos: Gustavo, Rafael, Carlos y Celia Carmen.<br />

1865-1924. En 1880 ingresó al Colegio del Espíritu Santo, ubicado en <strong>Santiago</strong><br />

Maravatío, Gto., Centro de enseñanza dirigido por el sacerote agustino Fr. Nicolás Villanueva, donde<br />

cursó latinidad, lógica, literatura, metafísica y moral.<br />

Fundación<br />

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