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<strong>Santiago</strong> Maravatío.<br />
84<br />
Bartolo Cuna Cruz platicaba que después de terminados los trabajos de la presa y la<br />
acequia, el día que cayó el primer aguacero, Don Francisco Procel, subió hasta la cumbre de la loma<br />
del mogote de toros para observar y admirar la grandeza de su obra, que se veía que frente a La<br />
Huerta, que parecía que el agua subía cuesta arriba. Acudió mucha gente de las distintas<br />
comunidades aledañas, les llamaba mucho la atención, porque al parecer, el agua no correría hacía<br />
arriba, ya que se veía más alto el terreno de las mesas.<br />
Cuando Don Francisco Procel vio correr el agua frente a la comunidad de La Huerta de<br />
Maravatío, soltó una fuerte carcajada de satisfacción, ante todos los rancheros que lo acompañaban<br />
y -posiblemente- igual que él, esperaban el resultado que consideraban imposible; pero como dice el<br />
refrán latino: “Contra facta non sunt argumenta” (Contra los hechos no hay argumentos) Don Paco<br />
Procel, después de ver realizada positivamente su obra, dijo: “Así se manifiesta la grandeza de Dios.”<br />
Los trabajos de los 2 metros que se agregaron al bordo de la presa y la hechura del canal,<br />
duró 4 años, de 1908 a 1911, Bartolo Cuna Cruz, huérfano de 12 años de edad, fue a solicitar trabajo,<br />
por su mucha necesidad a los patrones de la obra y al verlo , el mismo Paco Procel le dijo: “Este<br />
trabajo es propio para hombres y tú todavía eres un niño. Regresó desmoralizado a su casa por<br />
haberse retrazado su nacimiento.<br />
Después de la repartición de las haciendas en ejidos, Timoteo López y sus hijos, Víctor y<br />
Efrén, vecinos de la comunidad de La Huerta de Maravatío tomaron posesión del vaso de la presa, en<br />
parte, de la cual decían ser dueños y como tales la trabajaban, usufructuando el terreno, hasta llegar a<br />
romper la finca del bordo de la presa para que no almacenara agua y así, libre, poder sembrarla.<br />
En el año de 1965, siendo Presidente Municipal David Flores Andrade y Gobernador del<br />
Estado de Guanajuato el Lic. Juan José Torres Landa, los señores Soto, vecinos de la comunidad de<br />
Los Nieto, desaparecida recientemente en 1980, platicaron a David, como estaban las circunstancias<br />
de la presa y éste puso en conocimiento al Gobernador quien vino personalmente a ver y<br />
desengañarse; al verla dijo que era una verdadera obra de arte, grandiosa, de mucho valor, que se<br />
necesitaba una suma grandísima de dinero para hacer una construcción de tal naturaleza, razón por<br />
la cual no podía dejarse en desperdicio.<br />
Se les ofreció a los señores López, de la Huerta, a cambio, un terreno de riego de 12 has.,<br />
que había dejado al estado ,el Gobernador, el Lic. José Aguilar y Maya, en Santo Tomás Huatzindeo,<br />
(lugar de montones de piedras, en purépecha) municipio de Salvatierra, en el ángulo formado por la<br />
carretera de entrada al pueblo y la de Salvatierra. Como los señores López no aceptaron ese terreno<br />
por ser muy poco en comparación al vaso de la presa, el Lic. Torres Landa, basado en principios<br />
legales, decidió no darles nada y así se dice que perdieron todo los señores López. Restablecido el<br />
bordo de la presa, en la parte derrumbada, quedó lista para beneficiar a los ejidos de La Majada,<br />
(Santa Teresa) <strong>Santiago</strong> Maravatío y Maravatío del Encinal. Por descuido en la aportación de las<br />
cuotas o quien sabe que otras razones haya habido, quedaron fuera de derechos los ejidatarios de<br />
<strong>Santiago</strong> Maravatío y Maravatío del Encinal y únicamente dueños de derechos, los de La Majada<br />
(Santa Teresa)