nivel de escolaridad de las mujeres es mayor en este grupo etario (9,6 años) queel de los hombres (9,1 años), los ingresos laborales de estas son en promedio15% inferiores respecto de aquellos. Esta brecha es menor que la de la poblaciónadulta (32%), pero de esto no es posible inferir que la distancia se esté cerrando.Basta mencionar que la mayor diferencia de ingresos entre hombres y mujeres seproduce en el tope de la carrera profesional –cuando los ingresos son más altos–,generalmente entre los 45 y 55 años (OIT, 2010).La situación de los jóvenes que no estudian ni trabajan es un fenómeno que concitacreciente preocupación en los países latinoamericanos, donde casi 20 millones depersonas se encuentran esta situación (OIT, 2012). En este grupo, el porcentaje delas mujeres jóvenes duplica al de los hombres.La mayoría de las mujeres que integran este grupo tiene como principal actividadel cuidado de la familia y los quehaceres del hogar. Otra proporción de los “Ni-Ni”,mayoritariamente hombres pero donde también hay mujeres, son jóvenes queviven en situación de marginalidad social, desaliento y exclusión.GRÁFICO 33América Latina: jóvenes que se dedican a quehaceres del hogar entre los que no estudian ni trabajan,por sexo y tramos de edad (12 países seleccionados) Alrededor 2011 (en%)n Mujeres que no estudian ni trabajann Mujeres en quehaceres domésticosn Hombres que no estudian ni trabajann Hombres en quehaceres domésticos5045403530252015105016,012,010,02,034,026,013,015 a 17 años18 a 24 años15 a 24 años1,028,021,012,02,0Fuente: OIT, sobre la base de encuesta de hogares de los países.Notas: (1) Se incluyen los datos de los siguientes países: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador,México, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela (República Bolivariana de).(2) Los datos de los países son nacionales, con excepción de Argentina que corresponde a 31 aglomerados urbanos y Brasil quecorresponde a 6 regiones metropolitanas.88
Recuadro 6La maternidad adolescente, un obstáculo para el desarrollo laboral de muchasmujeresLa edad para contraer matrimonio es menor entre las mujeres que entre los hombres en América Latina y el Caribe,según los datos disponibles. En 1990 el 16% de las mujeres de 15 a 19 años se habían casado al menos una vez ovivido en unión consensual, un porcentaje que se mantuvo estable en 2005. En el caso de los hombres de la mismaedad, las proporciones equivalentes fueron del 4%, respectivamente. Sin embargo, entre las personas de 20 a 24años, la proporción de mujeres que contrajo matrimonio al menos una vez se redujo de 52% a 48%, mientras semantiene estable en 32% entre los hombres (Naciones Unidas, 2012).La postergación del matrimonio o de una unión consensual tiene su correlato en el descenso de la tasa de fecundidado el número promedio de hijos de las mujeres antes de los 30 años. Las estimaciones y proyecciones de poblaciónvigentes para América Latina y el Caribe sugieren que en los últimos 15 años la fecundidad total y la juvenil han caído,con la excepción de la fecundidad adolescente, que ha sido más bien errática y que amerita un examen especial.Resalta el estrecho vínculo entre la evolución de la maternidad adolescente en América Latina y el Caribe y el nivelsocioeconómico de las madres. La tasa global de fecundidad de la región (2,2 entre 2010-2015), que indica elnúmero de hijos promedio que tendría una mujer en edad fértil, es inferior al promedio mundial (2,5). En cambio,la tasa de fecundidad de las adolescentes (15 a 19 años), que indica el cociente entre el número de nacimientos yel número total de mujeres de ese grupo etario, de 70,5 entre 2010-2015, sólo es superada por África (91,8) y estámuy por sobre el promedio mundial (52,0). Si bien se estima que la tasa específica de fecundidad en el grupo de 15a 19 años podría haber disminuido desde 2000 (de 81,2 entre 2000-2005 a 70,5 entre 2010-2015, persiste la brecharespecto al promedio mundial (CEPAL y UNFPA, 2011)).Al analizar la situación en cada país se observan importantes diferencias: en el Caribe, por ejemplo, hay casos comoel de islas Bermudas, por ejemplo, donde la tasa de fecundidad de las adolescentes es de 16 nacimientos por cada1.000 mujeres de 15 a 19 años, lo que se compara con una tasa de 101,0 en Guyana, con datos de 2008 en los doscasos. En América Latina, en tanto, las tasas fluctúan entre un máximo de 108,5 nacimientos por 1.000 adolescentesen Nicaragua (2005) y un mínimo de 50,1 en Cuba (2008) (CEPAL y UNFPA, 2011).Cuando se considera la proporción de adolescentes que han sido madres en un conjunto de países de la región,tomando dos cortes en el tiempo variables de un país a otro, pero que en general indican la dinámica observadadesde principios de la década de 1990 hasta principios de la década de 2000 (salvo Colombia, 1993-2004 y 2005;Costa Rica, 1984-2000; El Salvador, 1992-2007; Honduras, 1998-2001; Nicaragua, 1995-2005, y Uruguay 1985-1995),se observa un aumento en la mayoría de los países, con las excepciones de Belice, Guatemala, Nicaragua y Paraguay.Estos datos muestran la persistencia de la maternidad temprana a pesar de que los cambios que experimentó enese período la región en materia de urbanización y escolaridad, dos de los factores tradicionalmente asociados aldescenso de la fecundidad.Dos fenómenos son especialmente preocupantes en este escenario: la mayor proporción de madres adolescentespobres y la alta correlación entre embarazo adolescente y bajo nivel de escolaridad; ambos hechos remiten aenormes desigualdades. En América Latina, 10% de las jóvenes de 15 a 19 años son madres adolescentes, pero hayenormes diferencias entre regiones y países. En las áreas urbanas, 9,1% de las adolescentes son madres, mientrasque en las áreas rurales es 13,1%. En Colombia casi 15% de las adolescentes son madres y el porcentaje bordea 8%en Uruguay (CEPAL y UNFPA, 2011).La relación entre maternidad temprana y pobreza es estrecha: las encuestas de hogares indican que el porcentaje demadres adolescentes (15 a 19 años), que viven en hogares pertenecientes al quintil más pobre (15,4%) quintuplicael de las que habitan en hogares del quintil más rico (3,7%) (CEPAL y UNFPA, 2011).89
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