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deuteronomio

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“PARASHAT ‘JUKAT’”,) LIBRO “BEMIDBAR”), CAPS. 19 AL 22A fin de abordar el estudio de esta parashá, comencemos diciendo que existen en la Toráleyes y decretos: jukim y mishpatim. El jok es un decreto obligatorio que, como tal, hayque cumplir. No tiene por qué coincidir con la razón, hecho que, desde luego, no implicaque no podamos analizarlo; pero, a la inversa, si no podemos encuadrarlo dentro de lasleyes de la razón y la lógica, no por ello tenemos que dejar de cumplirlo. En realidad haydos actitudes posibles frente a un jok: la primera consiste en el intento de hacerdescender a D’s a la tierra, al nivel del hombre. Y esto es lo que hacemos cuando nosnegamos a aceptar el decreto porque no lo comprendemos. La segunda estriba enelevarnos hacia el Omnipotente, reconocer Su existencia, infinitamente más sabia y,consecuentemente, cumplir con un decreto aunque no lo comprendamos, porque elOmnisciente lo ha dispuesto, y tiene entonces carácter divino. Esta es la posición queadopta nuestra religión. Más aún, si éstas fueran leyes hechas por el hombre no existiríancontradicciones, se ajustarían a su lógica, a la lógica humana, la cual es sin duda,limitada. Uno de esos jukim es el que tratamos en las presentes líneas, la “pará adumá”(vaca roja). También son jukim “ibum” (levirato), “shatnez”, “zair laazazel”, etc.Uno de los aspectos más discutidos e intrincados de ese decreto sobre la pará adumá esel hecho de que sus cenizas, obtenidas del modo establecido por la Torá, a la vezpurifican e impurifican: purifican al impuro, siendo ésta su finalidad, pero asimismoimpurifican a las personas puras, encargadas de efectuar los distintos trabajos a ellavinculados. Hemos estudiado en las parshiót anteriores conflictos internos surgidos dentrodel pueblo. Los meraglim, Kóraj, como temas, pero en esta parashá vemos al pueblo a laspuertas de la tierra de Israel, preparándose para la lucha en pos de la conquista de dicholar. Lógicamente, la guerra conlleva muertes (recordemos que por eso el soldado debíatener una adecuada preparación moral, a fin de que no incurriese en matanzas inútiles ypudiese valorar debidamente la vida propia y a ajena) y, como se sobreentiende, seincrementa con ello la posibilidad de contacto con los difuntos, y por esto ubicase aquí laparashá en cuestión.La Torá quiere evitar el culto a los muertos, de ahí que existan leyes estrictamentedeterminadas sobre ello. Sabemos que hay diversos períodos: shivá, del duelo máximo, desiete días; luego shloshím, de treinta días, y, por último el del año, los once meses,durante los cuales se recita el “Kadish” en honor al difunto. Pero luego, nuestras leyesbuscan evitar el duelo excesivo, a fin de no caer en el culto a los muertos, práctica tandifundida en otros pueblos.

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