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deuteronomio

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supuestos, condicionantes, que no manejamos en absoluto. Si sembramos, por ejemplo,depende, claro, de nuestro quehacer, pero además de buen funcionamiento de loselementos mecánicos, de la capacidad y voluntad de quienes nos ayudan, de las lluvias, elsuelo, y su condición de fertilidad, la temperatura, etc. Sí, el entender que de D’sdependen las cosas, no invalida el trabajo de la persona, necesario a fin de poderconcretar las metas deseadas. Pero en todos los casos, hay que ser consciente de nuestrapropia fuerza, y saber que el único que puede manejar la totalidad de los diversosfactores intervinientes en el curso de lo mundano es el Creador y, entonces, ser humildesy agradecidos. La gaavá (soberbia) ha sido y es fuente de numerosos males,precisamente lo que la Torá condena. D’s dice que no puede convivir con el báal gaavá,el soberbio.“PARASHAT ‘REE’”, (LIBRO “DEVARIM”), CAP. 11 VERS. 26 AL CAP. 16 VERS. 17La parashá “reé” está dedicada, como todas las demás que conforman el sefer Devarím,al hombre que ha superado el desierto y va a habitar la tierra de Israel. Y constituye enrealidad una formidable advertencia dirigida al individuo, a cada ser humano enparticular, en el momento de tomar las decisiones trascendentes de su vida. La elección,el libre albedrío concedido al ser humano, y su relación con la voluntad de D’sconstituyen su tema central. En efecto, en ésta parashá la Torá coloca al hombre solo,individualmente, frente a una encrucijada, y le señala claramente la existencia de doscaminos: uno que conduce al bien y el otro al mal, y establece asimismo lasconsecuencias el destino final que encontrará en cada uno de ellos, muy diferentes entresí: la bendición y el bien para quien observare y cumpliere los preceptos, y la maldición yel mal para el que no lo hiciere así. Pero los caminos sólo se hallan señalados. Delhombre, de su libre albedrío, de su propia decisión depende exclusivamente esa eleccióninmensamente significativa.La cuestión consiste en determinar si el destino del hombre está preestablecido por D’s—ante el cual la persona nada tiene que hacer para modificarlo—o si le cabe a ésta laposibilidad de elegir. Por un lado el determinismo absoluto, el fatalismo y, por el otro, lalibertad de elección. Nuestra Torá enseña que el mundo y todo lo que existe reconoce unorigen superior, y está, consecuentemente regido por el Creador, pero, asimismo, elTodopoderoso ha dado al hombre la libertad y la capacidad para elegir el camino. Nohay fatalismo. Este existe solamente para aquellos que quieren justificar sus actitudesmanifestando que todo ya se encuentra establecido, que D’s quiso que así suceda. Es unaforma fácil de huir de responsabilidades. Ahora bien, una vez elegido el camino, no sesuficiente para el ser humano hablar o teorizar acerca del bien. Es necesario hacer elbien. El judaísmo, que es una forma de vida práctica, tiene que manifestarse mediante

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