Euskal prentsa herri proiektua da - Euskara

VI. Atala. katea ez da eten
imprudente independencia"(...) La evolución histórica del capitalismo de origen vasco ha
tenido siempre una forma de aceptación del Estado español como marco de su propio
desarrollo mercantil. De ese carácter participan lo mismo el gran capital monopolista, o
capitalismo originario, que la burguesía nacionalista o de la segunda acumulación, cuya
figura más representativa antes de la guerra civil no es otra que Ramón de la Sota y Llano.
Ninguna de estas dos formaciones sociales tiene intereses objetivos en el logro de la
independencia vasca, por las posibles aunque no seguras restricciones que tal hecho
pudiera acarrearles. El grupo nacionalista desde los años de la primera guerra mundial, y
finalmente también el españolista, desde la crisis de los años setenta, valoran como mucho
una cierta descentralización estatal y un mejor aprovechamiento autónomo de los
recursos, en la seguridad de que tal aceptación no perjudica, sino todo lo contrario, a su
hegemonía económica. De este modo, un mismo régimen estatutario o autonomista,
satisface por igual al capital vasco-español, que al que se considera nacionalista. Y
además, la misma fórmula, coincide con la estrategia administrativa del Estado que busca
detener la creciente agitación independentista, recurriendo a la fórmula del mal menor"
(...) La doctrina autonomista suele ser un complicado sistema de combinaciones y
argucias diplomáticas, que juega más con las apariencias que con las voluntades reales.
Nunca se entra en ella con sinceridad o con el real compromiso de descubrir todas las
bazas en la primera partida. Se considera torpe, ingenuo y suicida a los que traten de
llevar honestidad, ilusión o ideales a la mesa negociadora(...) Nunca se explica bien ni en
los años treinta ni ahora, el fondo de las intenciones contratantes. Tras las firmas de
estatutos de autonomía no estamos nunca al comienzo de una fase, en un peldaño superior
de la escalera, sino contra la pared a la que ha conducido esa subida.(...) El Estatuto es
una ley de punto final y el orden autonómico descansa sobre el compromiso de respetarlo,
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