24.04.2013 Views

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

102<br />

sucede?”, le explican: “¡Es Jesús, Jesús el Maestro de Nazaret de Galilea! ¡El profeta! ¡El<br />

Mesías del Señor! ¡El Prometido! ¡El Santo!”. ■ De una casa, que apenas se acaba de<br />

sobrepasar, sale un grupo de robustos jóvenes trayendo copas de cobre con carbones encendidos<br />

e incienso, de las que suben hacia arriba espirales de humo. Y otros recogen este gesto y lo<br />

repiten, de forma que muchos corren adelante o vuelven hacia atrás, a sus casas, para proveerse<br />

de fuego y resinas olorosas para quemarlas en honor del Mesías. ■ Se divisa ya la casa de<br />

Analía; la terraza está adornada con las hojas nuevas de la vid que flotan al contacto del<br />

acariciador viento de abril. Analía está en el centro de un grupo de jovencillas vestidas de<br />

blanco y con velos del mismo color. Tienen en sus manos pétalos de rosas y de convalarias que<br />

empiezan a arrojar al aire. “Las vírgenes de Israel te saludan, Señor” dice Juan que se ha abierto<br />

paso y ha llegado al lado de Jesús, llamando su atención para que las vea cómo le arrojan rojos<br />

pétalos de rosas blancas convalarias cual perlas. Por un momento detiene Jesús el asno. Levanta<br />

la mano para bendecir al grupo que lo ama hasta el punto de renunciar a cualquier otro amor<br />

terreno. Analía se asoma al pretil y grita: “He contemplado tu triunfo, Señor mío. Toma mi vida<br />

para tu glorificación universal”, y, mientras Jesús pasa por debajo de su casa y prosigue, le<br />

saluda con un grito altísimo: “¡Jesús!”. Y otro, un grito distinto, supera el clamor de la<br />

muchedumbre. Pero la gente, a pesar de oírlo, no se detiene. Es un río de entusiasmo, un río de<br />

un pueblo delirante que no puede detenerse. Y, mientras las últimas ondas de este río están<br />

todavía fuera de las puertas, las primeras están ya subiendo en dirección al Templo. ■ “Ahí está<br />

tu Madre” grita Pedro señalando una casa situada en la esquina de una calle que sube al Moria y<br />

por la que va el cortejo. Jesús levanta su rostro para enviar una sonrisa a su Madre que está con<br />

las mujeres fieles. El encuentro con una numerosa caravana hace que el cortejo se detenga pocos<br />

metros después de haber sobrepasado la casa. ■ Mientras Jesús y otros se detienen y Él acaricia<br />

a los niños que las madres le presentan, se oye el grito de un hombre que trata de abrirse paso:<br />

“¡Dejadme pasar! Una jovencilla ha muerto de repente. Su madre pide la presencia del Maestro.<br />

¡Dejadme pasar! ¡Él la había salvado antes!”. La gente le deja pasar, y el hombre corre a donde<br />

está Jesús: “Maestro, la hija de Elisa ha muerto. Te saludó con aquel grito y luego se dobló<br />

hacia atrás diciendo: «¡Soy feliz!» y ha expirado. Su corazón, con el gran júbilo de verte<br />

triunfador, se ha quebrado. Su madre me vio en la terraza que está al lado de su casa y me dijo<br />

que viniera a llamarte. ¡Ven Maestro!”. Los apóstoles se apiñan excitados: “¡Muerta! ¡Muerta<br />

Analía! ¡Pero si ayer mismo estaba lozana cual una flor!”. Los pastores les imitan. Todos la<br />

habían visto el día anterior en perfecta salud. ¡Si la acaban de ver con la sonrisa en los labios,<br />

con el carmín en sus mejillas...! No pueden comprender la desgracia... Preguntan, quieren saber<br />

los pormenores. El hombre explica: “No lo sé. Oísteis qué fuerza había en sus palabras. Luego<br />

vi ceder hacia atrás, más pálida que sus vestidos, y oí a su madre que gritaba... No sé más”.<br />

Jesús: “No os inquietéis. No ha muerto. Ha caído una flor y los ángeles de Dios la han recogido<br />

para llevarla al seno de Abraham. Pronto el lirio de la tierra se abrirá feliz en el Paraíso,<br />

olvidando para siempre el horror del mundo. ■ Hombre, di a Elisa que no llore por la suerte de<br />

su hija. Dile que es una especial gracia de Dios y que dentro de seis días lo comprenderá. No<br />

lloréis. Su triunfo es todavía mayor que el mío porque a ella le cortejan los ángeles para llevarla<br />

a la paz de los justos. Es un triunfo eterno que aumentará de grado y no conocerá nunca merma.<br />

En verdad os digo que tenéis razón de llorar por vosotros, pero no por Analía. Continuemos”. Y<br />

repite a los apóstoles y a quienes le rodean: “Ha caído una flor. Se ha ido en paz y los ángeles la<br />

han recogido. Bienaventurada ella, limpia de cuerpo y alma, porque pronto verá a Dios”.■<br />

Pedro, que no logra comprender, pregunta: “¿Pero cómo murió, Señor?“. Jesús: “De amor. De<br />

éxtasis. De gozo infinito. ¡Dichosa muerte!”. Los que están muy delante no caen en la cuenta de<br />

lo sucedido; los que están muy atrás tampoco. Y así, el cortejo continúa con sus gritos de<br />

hosannas, aunque <strong>aquí</strong>, junto a Jesús, se haya formado un doloroso silencio. Juan rompe el<br />

silencio diciendo: “¡Oh, quisiera seguir su misma suerte antes de las horas que van a venir!”.<br />

Isaac dice: “También yo. Quisiera ver la cara de la jovencilla muerta de amor por Ti...”. Jesús:<br />

“Os ruego que me sacrifiquéis vuestro deseo. Tengo necesidad de que estéis cerca de Mí”.<br />

Natanael dice: “No te abandonaremos, Señor, ¿pero no habrá para esa madre ningún consuelo?”.<br />

Jesús: “¡Ya lo pensaré...!”.<br />

* Expulsión de los mercaderes del Templo ■ Están ya ante las puertas de la muralla del<br />

Templo. Jesús baja del asno que uno de Betfagé toma bajo su cuidado. Hay que tener presente

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!