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Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

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El pueblo de Israel se ha apropiado estas palabras y les ha dado un significado nacional,<br />

personal, egoísta, que no corresponde a la verdad sobre la persona del Mesías. Les ha dado un<br />

significado limitado, que envilece la grandeza de la idea mesiánica y la pone al nivel de<br />

una manifestación cualquiera de poder humano, y de una victoria sobre sus dominadores,<br />

victoria que según ellos, debe acarrear el Mesías. Mas la verdad es otra. Es grande,<br />

ilimitada. Viene del Dios verdadero, del Creador y Señor del Cielo y de la Tierra, del<br />

Creador de la Humanidad, de Aquel que --de la misma manera que multiplicó los astros<br />

en el firmamento y cubrió de plantas de todas las especies la Tierra y la pobló de animales<br />

y puso peces en las aguas y aves en el aire ---ha multiplicado los hijos del Hombre que creó<br />

Él para que fuera rey de la Creación y criatura predilecta suya. Ahora bien, ¿cómo podría el<br />

Señor, Padre de todo el género humano, ser injusto con los hijos, de los hijos, de los hijos de<br />

los que nacieron del Hombre y de la Mujer, formados por Él con la materia, la tierra, y con el alma,<br />

su aliento divino? ¿Cómo tratar a éstos diversamente que a aquéllos, como si no provinieran de<br />

una Única raíz, como si otro ser sobrenatural y antagonista, y no Él, hubiera creado otras<br />

ramas, de manera que fueran extranjeros, bastardos, dignos de desprecio? El verdadero Dios<br />

no es un pobre dios de éste o aquel pueblo, un ídolo, una figura imaginaria. Es la sublime<br />

Realidad, es la Realidad universal, es el Ser único, Supremo, Creador de todas las cosas y<br />

de todos los hombres. Es, por tanto, el Dios de todos los hombres. Y Él los conoce aunque<br />

ellos no le conozcan. Él los ama aunque ellos, no conociéndole, no le amen; o aunque le<br />

conozcan mal y, por tanto, le amen mal o aunque, aun conociéndole, no sepan amarle. La<br />

paternidad no cesa cuando un hijo es ignorante, torpe o malo. El padre busca el modo de<br />

instruir a su hijo, porque instruirle es signo de amor; se afana en hacer menos torpe al<br />

hijo retrasado: con lágrimas, con indulgencias, con castigos benignos, con perdones<br />

misericordiosos trata de corregir al hijo malo y hacerle bueno, Este es el padre-hombre.<br />

¿Será, acaso, menos el Padre-Dios que un padre-hombre? Veis, pues, que el Padre-Dios ama<br />

a todos los hombres y quiere su salvación. Él, Rey de un Reino infinito, Rey eterno, mira a<br />

su pueblo, compuesto por todos los pueblos que pueblan la Tierra, y dice: “Este es el pueblo<br />

de mis criaturas, el pueblo que debe ser salvado con mi Mesías; éste es el pueblo para el que ha<br />

sido creado el Reino de los Cielos. Y ésta es la hora de salvarle con el Salvador”.<br />

* “Cuando el Salvador salve, a sus pies habrá un monte cubierto por una multitud de toda<br />

raza, para simbolizar que Él reina sobre toda la Tierra. Pero el Rey estará desnudo, sin<br />

más riqueza que su Sacrificio, para simbolizar que Él no busca sino las cosas del espíritu...<br />

para responder que Él es Rey espiritual, sólo esto, enviado para enseñar a los<br />

espíritus a conquistar el Reino, el único Reino que Yo he venido a fundar”.- ■ Prosigue<br />

Jesús: “¿Quién es el Cristo? ¿Quién, el Salvador? ¿Quién, el Mesías? Muchos son los griegos <strong>aquí</strong><br />

presentes, y muchos, aunque no sean griegos, saben lo que quiere decir la palabra Cristo.<br />

Cristo es, pues, el consagrado, el ungido con óleo regio para cumplir su misión. ¿Consagrado para<br />

qué? ¿Será para la pequeña gloria de un trono? ¿Será para la gloria, más grande, de un<br />

sacerdocio? No. Consagrado para reunir bajo un único cetro, en un único pueblo, bajo una única<br />

doctrina, a todos los hombres, para que entre sí sean hermanos, e hijos de un único Padre,<br />

hijos que conocen al Padre y que siguen su Ley para tomar parte en su Reino. ■ Rey, en<br />

nombre del Padre que le ha enviado, el Cristo reina como conviene a su Naturaleza, o<br />

sea, divinamente, al ser de Dios. Dios ha puesto todo como escabel de los pies del Cristo suyo,<br />

pero, ciertamente, no para que oprima, sino para que salve. Efectivamente, su nombre es Jesús.<br />

Que en lengua hebrea quiere decir Salvador. Cuando el Salvador salve de la insidia y herida más<br />

violentas, a sus pies habrá un monte cubierto por una multitud de toda raza, para simbolizar<br />

que Él reina sobre toda la Tierra y se yergue por encima de todos los pueblos. Pero el Rey estará<br />

desnudo, sin más riqueza que su Sacrificio, para simbolizar que Él no busca sino las cosas del<br />

espíritu, y que las cosas del espíritu se conquistan con los valores del espíritu y se redimen con la<br />

heroicidad del sacrificio; no con la violencia y el oro. Estará desnudo para responder --tanto a<br />

los que le temen como a aquellos que, por un falso amor, contemporáneamente, le exaltan y le<br />

rebajan queriendo que sea rey según el mundo, como a aquellos que le odian sin más razón<br />

que el temor a ser despojados de lo que ellos más aman--, para responder que Él es Rey<br />

espiritual, sólo esto, enviado para enseñar a los espíritus a conquistar el Reino, el único<br />

Reino que Yo he venido a fundar. ■ No os doy leyes nuevas. A los israelitas les confirmo la Ley del<br />

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