Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
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y de una razón --al menos inicial-- de existir, y es por ello que el Altísimo permite que<br />
surjan y duren hasta que, colmada la medida de su degradación, Él las desbarata. ■ Vino<br />
después, de la transformación de la secta de los asideos, la otra secta, la de los fariseos. Ésta<br />
había surgido para sostener con la más rígida moral la más intransigente obediencia a la<br />
Ley de Moisés y el espíritu de independencia de nuestro pueblo, cuando el partido<br />
helenista --que se había formado por las presiones y seducciones que comenzaron en<br />
tiempos de Antíoco Epífanes, y que pronto se transformaron en persecuciones contra los que<br />
no cedían a las presiones de este hombre astuto que más que con sus armas contaba con la<br />
disgregación de la fe en los corazones--, buscando reinar en nuestra patria, trataba de<br />
esclavizarnos. Recordad también esto: temed más a las fáciles alianzas y halagos de un<br />
extranjero que a sus legiones. Porque, mientras seáis fieles a las leyes de Dios y de la Patria,<br />
venceréis, aun cuando estéis rodeados de ejércitos poderosos; pero cuando el sutil veneno<br />
dado como miel embriagadora por el extranjero que ha hecho planes sobre vosotros os haya<br />
corrompido, entonces Dios os abandonará por vuestros pecados, y quedaréis vencidos y<br />
sujetos, aunque el falso aliado no os ataque en cruenta batalla contra vuestro suelo. ■¡Ay<br />
de aquel que no esté alerta como vigía y no rechace la insidia sutil de un vecino astuto y<br />
falso, o de un aliado, o del dominador que empieza su conquista en los individuos, ablandando<br />
sus corazones, corrompiéndolos con usos y costumbres que no son nuestros, que no son<br />
santos, y que, por tanto, nos hacen no gratos al Señor! ¡Ay de él! Traed todos a la memoria las<br />
consecuencias que le ha acarreado a la Patria el que alguno de sus hijos haya adoptado<br />
usos y costumbres del extranjero para atraerse sus simpatías y gozar. ■ Buena cosa es la<br />
caridad con todos, incluso con los pueblos que no tienen nuestra fe, que no tienen<br />
nuestros usos, que a lo largo de los siglos nos han perjudicado. Pero el amor a estos<br />
pueblos, que siguen siendo nuestro prójimo, nunca debe hacernos renegar de la Ley de Dios<br />
y de la Patria por mezquinos intereses. No. Los extranjeros desprecian a aquellos que se<br />
manifiestan serviles hasta el punto de repudiar las cosas más santas de la Patria. El<br />
respeto y la libertad no se obtienen renegando del Padre y de la Madre: Dios y la Patria. Fue,<br />
pues, una cosa buena, el que, en su debido momento, surgieran también los fariseos para<br />
levantar un dique contra el fango de usos y costumbres extranjeros. ■ Lo repito: toda<br />
cosa que surge y dura tiene su razón de ser. Y hay que respetarla, si no por lo que hace, por<br />
lo que hizo. Y si ahora es culpable no es función de los hombres el insultarla, y, menos<br />
aún, hacerla desaparecer. Hay quien lo hará: Dios y su Enviado, Yo, que tengo el derecho<br />
y el deber de abrir mi boca, de abrir vuestros ojos para que vosotros y ellos conozcáis el<br />
pensamiento del Altísimo y obréis con justicia. Yo y ningún otro. Yo porque hablo por<br />
mandato divino. Yo porque puedo hablar, no teniendo en Mí ninguno de los pecados que os<br />
escandalizan cuando los veis cometidos por escribas y fariseos, pero que, si podéis, también<br />
vosotros los cometéis”. ■ Jesús, que había empezado en tono bajo su discurso, ha ido<br />
alzando la voz y en estas últimas palabras ésta es potente como un toque de trompeta. Tanto<br />
israelitas como gentiles, le escuchan con atención. Y si los primeros aplauden cuando Jesús<br />
recuerda a la Patria y llama abiertamente por sus nombres a los que, extranjeros, los han<br />
sometido y les han hecho sufrir, los otros admiran la forma oratoria del discurso y se<br />
felicitan por estar presentes en este discurso digno --según comentan entre ellos-- de un gran<br />
orador.<br />
* “Haced lo que dicen, mas no los imitéis. Enseñan leyes humanitarias del Pentateuco pero<br />
luego cargan con fardos insoportables... Pretenden que su doctrina sea superior a la de<br />
Dios, manipulando la verdadera Ley... Enseñan doctrinas heréticas...”.- ■ Jesús baja de<br />
nuevo la voz al reanudar su discurso: “Os he dicho esto para recordaros cuál fue la razón por la<br />
que nacieron escribas y fariseos, y cómo y por qué se han sentado en la cátedra de Moisés, y cómo<br />
y por qué hablan y no son vanas sus palabras. Haced, pues, lo que dicen, mas no los imitéis<br />
en sus acciones. Porque dicen que se debe actuar en un cierto modo, pero luego no hacen lo que<br />
dicen que debe ser hecho. Efectivamente, enseñan las leyes humanitarias del Pentateuco,<br />
pero luego cargan con fardos grandes, insoportables, inhumanos, a los demás, mientras que<br />
respecto a sí mismos no extienden un solo dedo, no sólo para llevar esos pesos, sino tampoco<br />
para tocarlos. Su regla de vida es ser vistos y notados y aplaudidos por sus <strong>obra</strong>s (las<br />
hacen de manera que puedan ser vistas para ser alabados por ellas). E infringen la ley del