Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
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1 Nota : Mt. 16,21-28; Mc. 8,31-9,1; Lc. 9,22-27.<br />
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5-349-319 (6-37-228 ).- La Transfiguración en el monte Tabor (1).<br />
* Preliminar.- Escrito el 3 de Diciembre de 1945. “Voy a unirme con mi Padre”.- ■ Van<br />
Jesús, los apóstoles y los discípulos --está con ellos también Simón de Alfeo-- en dirección<br />
sureste, superando las colinas que hacen de corona a Nazaret, atravesando un arroyo y una<br />
llanura estrecha situada entre las colinas nazarenas y un grupo de montes hacia el Este. Estos<br />
montes están precedidos por el cono semitruncado del Tabor, cuya cima, curiosamente, me<br />
recuerda, vista de perfil, la punta del gorro de nuestra policía nacional. Llegan al monte. Jesús<br />
se para y dice: “Pedro, Juan y Santiago de Zebedeo subirán conmigo al monte. Vosotros<br />
diseminaos por la base, separándoos hacia los caminos que la bordean, y predicad al<br />
Señor. Al atardecer quiero estar de nuevo en Nazaret, así que no os alejéis mucho. La paz<br />
sea con vosotros”. Y, volviéndose a los tres que había nombrado, dice: “Vamos”. Y empieza a<br />
subir sin volverse ya, y con un paso tan rápido, que pone a Pedro en dificultad para seguirle. En<br />
un alto que hacen, Pedro, rojo y sudado, le pregunta con respiración afanosa: “¿Pero a dónde<br />
vamos? No hay casas en el monte. En la cima, aquella vieja fortaleza. ¿Quieres ir a<br />
predicar allí?”.Jesús: “Habría subido por la otra vertiente. Como puedes ver, le vuelvo<br />
las espaldas. No vamos a ir a la fortaleza, y quien esté en ella ni siquiera nos verá. Voy a unirme<br />
con mi Padre. He querido teneros conmigo porque os amo. ¡Venga, ligeros!”. Pedro: “¡Oh, mi<br />
Señor! ¿Y no podríamos ir un poco más despacio, y hablar de lo que oímos y vimos ayer, que<br />
nos ha tenido despiertos toda la noche para comentarlo?”. Jesús: “A las citas con Dios hay<br />
que ir siempre sin demora. ¡Ánimo, Simón Pedro! Que arriba os permitiré que<br />
descanséis”. Y reanuda la subida....<br />
Dice Jesús: “Introducid <strong>aquí</strong> la Transfiguración del 5 de agosto de 1944, pero sin el<br />
dictado que la acompañaba. Una vez terminada la transcripción de la Transfiguración del<br />
año pasado, el P Migliorini copiará esto que ahora te muestro”.<br />
* “Descansad, amigos. Yo voy allí a orar”.- ■ Estoy con mi Jesús en un alto monte.<br />
Con Jesús están Pedro, Santiago y Juan. Suben más alto todavía y la mirada se expande por<br />
dilatados horizontes que un hermoso día sereno hace detalladamente nítidos hasta en las<br />
zonas más lejanas. El monte no forma parte de un sistema montañoso como el de Judea; se<br />
yergue aislado, teniendo, respecto al lugar en que nos encontramos, el Oriente de frente, el<br />
Norte a la izquierda, el Sur a la derecha, y, detrás, al Oeste, la cima, que se alza aún a<br />
unos centenares de pasos. Es muy alto, y la mirada puede ver libremente en un vasto radio.<br />
El lago de Genesaret parece un trozo de cielo engastado en el verde de la tierra, una<br />
turquesa oval encerrada entre esmeraldas de distintas tonalidades; un espejo que tiembla,<br />
que se riza con el viento leve y por el que se deslizan, con agilidad de gaviotas, las<br />
barcas con sus velas desplegadas, ligeramente inclinadas hacia la superficie azulina, con<br />
la misma gracia del vuelo cándido de una gaviota cuando sigue el curso de la onda en<br />
busca de presa. Luego, de la vasta turquesa sale una vena, de un azul más pálido en los<br />
lugares donde el arenal es más ancho, y más oscuro donde las orillas se estrechan y el agua<br />
es más profunda y opaca por la sombra que proyectan los árboles que crecen vigorosos junto<br />
al río, nutridos con su linfa. El Jordán parece una pincelada casi rectilínea en la verde llanura. A<br />
uno y otro lado del río, diseminados por la llanura, hay unos pueblecillos. Algunos de ellos<br />
son realmente un puñado de casas, otros son más grandes, ya con aire de pequeñas ciudades.<br />
Las vías de comunicación no son más que líneas amarillentas entre el verdor. Pero <strong>aquí</strong>, en la<br />
parte del monte, la llanura está mucho más cultivada y es mucho más fértil, muy bonita. Se<br />
ve a los distintos cultivos, con sus distintos colores, sonreír al bonito sol que desciende del cielo<br />
sereno. Debe ser primavera, quizás marzo, si calculo la latitud de Palestina porque veo ya el<br />
trigo ya crecido, aunque todavía verde, ondear como un mar glauco, y veo a los penachos de los<br />
más precoces de entre los árboles frutales con sus frutos en sus extremidades como<br />
nubecillas blancas y róseas sobre este pequeño mar vegetal, y luego prados enteramente<br />
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