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Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

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embargo, vive en la casa de su señor, si bien sólo mientras éste no le despide. Pero el hijo se<br />

queda siempre en la casa de su padre y el padre no piensa en e charle. Sólo por su libre<br />

voluntad puede salir. Y en esto está la diferencia entre esclavitud y servidumbre y entre<br />

servidumbre y filiación. La esclavitud encadena al hombre, la servidumbre le pone a<br />

servicio de un señor, la filiación le coloca para siempre, y con igualdad de vida, en la casa<br />

del padre. La esclavitud aniquila al hombre, la servidumbre lo somete, la filiación le hace<br />

libre y feliz. El pecado hace al hombre esclavo del amo más cruel y sin término: Satanás. La<br />

servidumbre, en este caso la antigua Ley, hace al hombre temeroso de Dios, como de un<br />

Ser intransigente. La filiación, o sea, el ir a Dios junto con su Primogénito, conmigo, hace<br />

del hombre un ser libre y feliz, que conoce la caridad de su Padre y en ella confía. Aceptar mi<br />

doctrina es ir a Dios junto conmigo, Primogénito de muchos hijos preferidos. Yo romperé<br />

vuestras cadenas --basta con que vengáis a Mí para que las rompa--, y seréis verdaderamente<br />

libres y coherederos conmigo del Reino de los Cielos”.<br />

* “Si sois hijos de Abrahám, ¿por qué no hacéis las <strong>obra</strong>s de Abrahám? Tratáis de<br />

matarme. Abraham no trataba de matar la voz que venía del Cielo, sino que la obedecía...<br />

hacéis las que os indica vuestro padre”.- ■ Jesús:“Sé que sois descendencia de Abraham.<br />

Pero aquel de vosotros que trate de hacerme morir ya no honra a Abraham sino a<br />

Satanás, y sirve a éste como fiel esclavo. ¿Por qué? Porque rechaza mi palabra; de<br />

forma que mi palabra no puede penetrar en muchos de vosotros. Dios no fuerza al<br />

hombre a creer, no le fuerza a aceptarme; pero me envía para que os indique cuál es su<br />

voluntad. Y Yo os refiero lo que he visto y oído al lado de mi Padre. Y hago lo que Él<br />

quiere. Pero aquellos de vosotros que me persiguen hacen lo que han aprendido de su padre<br />

y lo que él sugiere”. ■ Como paroxismo que resurge después de una pausa del mal, la ira<br />

de los judíos, fariseos y escribas, que parecía muy calmada, se despierta violenta. Se van<br />

introduciendo como una cuña en el círculo compacto que aprieta a Jesús, y tratan de llegarse<br />

a Él. La masa de gente se mueve con vaivén de fuertes y contrarias ondas, como contrarios<br />

son los sentimientos de los corazones. Gritan los judíos, lívidos de ira y de odio: “El padre<br />

nuestro es Abraham. No tenemos ningún otro padre”. Jesús: “El Padre de los hombres es Dios.<br />

El mismo Abraham es hijo del Padre universal. Pero muchos repudian al Padre verdadero a<br />

cambio de uno que no es padre, pero que lo eligen como tal porque parece más poderoso y<br />

dispuesto a contentarlos en sus deseos desordenados. Los hijos hacen las <strong>obra</strong>s que ven<br />

hacer a su padre. ■ Si sois hijos de Abraham, ¿por qué no hacéis las <strong>obra</strong>s de Abraham?<br />

¿No las conocéis? ¿Queréis que os las numere tanto en la realidad como en su símbolo?<br />

Abraham obedeció (Gén.12) yendo al país que le fue indicado por Dios, y es figura del<br />

hombre que debe estar preparado para dejar todo e ir a donde Dios le envíe. Abraham fue<br />

condescendiente (Gén. 13) con el hijo de su hermano y le dejó elegir la región preferida, y es<br />

figura del respeto a la libertad de acción y de la caridad que debemos tener para con<br />

nuestro prójimo. Abraham fue humilde después de que Dios le eligió de entre todos y le honró<br />

en Mambré, sintiéndose siempre nada respecto al Altísimo, que le había hablado; es figura<br />

de la postura de amor reverencial que el hombre debe tener siempre hacia su Dios.<br />

Abraham creyó en Dios y le obedeció, incluso en las cosas más difíciles de creer y<br />

penosas de realizarse, y por el hecho de sentirse seguro no se hizo egoísta, sino que oró por<br />

los de Sodoma. Abraham no se puso a hacer cuentas con el Señor (Gén.22) pidiendo una<br />

recompensa por sus muchas obediencias, sino que, al contrario, para honrarle hasta el fin, hasta<br />

donde no podía más, le sacrificó su amadísimo hijo...”. Judíos: “No lo sacrificó”. Jesús: “Le<br />

sacrificó su amadísimo hijo, porque verdaderamente su corazón ya había sacrificado durante el<br />

trayecto, con su voluntad de obedecer, que fue detenida por el ángel cuando ya el corazón del<br />

padre se partía estando para partir el corazón de su hijo. ■ Mataba al hijo por honrar a Dios.<br />

Vosotros le matáis a Dios el Hijo por honrar a Satanás. ¿Hacéis, pues, vosotros las <strong>obra</strong>s de<br />

aquel a quien llamáis padre? No, no las hacéis. Tratáis de matarme a Mí porque os digo la<br />

verdad tal y como la he oído de Dios. Abraham no hacía eso. No trataba de matar la voz que<br />

venía del Cielo, sino que la obedecía. No, vosotros no hacéis las <strong>obra</strong>s de Abraham, sino las que<br />

os indica vuestro padre”.<br />

*“Si reconocierais a Dios como Padre en espíritu y en verdad, reconocerías mi lenguaje...<br />

Solo el que es de Dios escucha las palabras de Dios. Habéis ido a otra morada donde se<br />

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