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Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

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9-577-179 (10-38-260).- Tercer anuncio de la Pasión (1).<br />

* Los apóstoles increpan a Iscariote que con sus reproches y quejas critica a Jesús.- ■ Apenas<br />

el alba aclara el cielo, aunque no hace fácil todavía el camino, cuando Jesús sale de Doco que<br />

duerme. Nadie oye las pisadas porque caminan con cautela y las casas están cerradas. Nadie<br />

habla sino hasta que salen fuera de la ciudad, al campo, que se despierta lentamente bajo la<br />

parca luz, lavada con el rocío matinal. Iscariote dice: “Camino inútil y descanso perdido.<br />

Hubiera sido mejor no haber venido hasta <strong>aquí</strong>”. Santiago de Alfeo le contesta: “No nos trataron<br />

mal los pocos que encontramos. Pasaron la noche sin dormir por escucharnos y para ir a traer a los<br />

enfermos de los alrededores. Estuvo muy bien haber venido. Porque los que, por enfermedad o<br />

por otra razón, no tenían ya esperanzas de ver al Señor en Jerusalén, le vieron <strong>aquí</strong> y han<br />

recibido el consuelo en su cuerpo y en su alma. Los otros ya sabemos que han partido ya a la<br />

ciudad... Es costumbre de todos nosotros, si se puede, ir unos días antes de la fiesta”, y lo dice<br />

con dulzura, porque así es el carácter de Santiago; todo lo contrario de Judas de Keriot que,<br />

incluso en los momentos buenos, es violento e imperioso. Iscariote: “Precisamente porque<br />

también vamos a Jerusalén era inútil haber venido <strong>aquí</strong>. Nos habrían oído y visto allí...”.<br />

Bartolomé, en ayuda de Santiago, le replica: “Pero no las mujeres y los enfermos”. Iscariote<br />

hace como que no oye y añade: “Espero al menos que vayamos a Jerusalén, porque ahora lo<br />

dudo después de lo que dijo Jesús a aquel pastor...”. Pedro pregunta: “¿Y a dónde piensas que<br />

vayamos sino a allí?”. Iscariote: “¡Yo qué sé! Todo lo que hacemos desde hace algunos meses<br />

es tan irreal, todo lo contrario a lo previsible, al buen sentido, incluso a la justicia, que...”.<br />

Santiago de Zebedeo, con ojos amenazadores, dice: “¡Oye, aunque te he visto beber leche en<br />

Doco, estás hablando como un borracho! ¿Dónde encuentras las cosas contrarias a la<br />

justicia?”. Y añade gritándole: “¡Basta ya de reproches al Justo! ¿Entiendes que ya basta? No<br />

tienes ningún derecho de reprocharle nada. Nadie lo tiene porque es perfecto, y nosotros... ninguno<br />

de nosotros lo es, y tú menos que nadie”. Tomás que ha perdido la paciencia, dice: “¡Eso es!<br />

Si estás enfermo cúrate, pero deja de fastidiarnos con tus quejas. Si eres lunático, allí está el<br />

Maestro: dile que te cure y corta ya, ¿eh?”. ■ De hecho Jesús viene detrás con Judas de Alfeo y<br />

Juan ayudando a las mujeres a caminar por el sendero que no es bueno, y todavía está oscuro por<br />

encontrarse en medio de un bosque de olivos. Jesús viene hablando animadamente con las<br />

mujeres sin poner atención a lo que delante de Él se dice. Aunque las palabras no se entienden<br />

bien, pero sí el tono, deja a entender que se ha trabado alguna disputa. Los dos apóstoles, Tadeo<br />

y Juan se miran... pero no hablan. Miran a Jesús y a <strong>María</strong>. Ésta viene tan envuelta en su manto<br />

que apenas si se ve su rostro y Jesús parece no haber oído. Terminado lo que venían diciendo -hablaban<br />

de Benjamín, y de su futuro, de Sara la viuda de Afeq, que ha ido a establecerse en<br />

Cafarnaúm y es una madre amorosa no sólo con el niño de Giscala, sino con los pequeñuelos de la<br />

mujer de Cafarnaúm, que, casada otra vez, no quería ya a los hijos del primero y que murió luego “tan<br />

mal, que no cabe duda que la mano de Dios se dejó sentir en su muerte” dice Salomé --, Jesús se<br />

adelanta con Judas Tadeo y llega donde los apóstoles, diciendo antes a Juan: “Quédate <strong>aquí</strong>,<br />

Juan, si quieres. Voy a responder a Judas, que está inquieto y a poner paz”. ■ Pero Juan, después<br />

de haber dado unos cuantos pasos con las mujeres, y visto que el sendero ya no está tan oscuro,<br />

se echa a correr y alcanza a Jesús justo cuando está diciendo: “Tranquilízate, pues, Judas. Nada<br />

irreal haremos, como nunca lo hemos hecho. Tampoco ahora estamos haciendo nada contrario<br />

a lo previsible. Todos saben que todo verdadero israelita, que no está enfermo o impedido por<br />

causas muy graves, sube al Templo. Y al Templo estamos subiendo”. Iscariote: “No todos.<br />

Marziam, según he sabido, no vendrá. ¿Está acaso enfermo? ¿por qué motivo no viene? ¿Tú crees<br />

que puedes sustituirle por el samaritano?”. El tono de Judas es insoportable. Pedro dice entre dientes<br />

“¡Oh, prudencia, amárrame la lengua que soy hombre!”, y aprieta fuertemente sus labios para no<br />

agregar más. Sus ojos, un poco saltones, tienen una mirada conmovedora, por el esfuerzo que<br />

hace por refrenar su indignación y la aflicción de oír hablar a Judas de ese modo.<br />

* “Algunos/as no estarán presentes en la prueba... ni vosotros sois fuertes para soportarla,<br />

pero estaréis pues debéis ser mis continuadores y saber cuán débiles sois para ser<br />

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