Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
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justo y fácilmente cae en los lazos de la Serpiente. Y en verdad, en verdad os digo que por<br />
vuestro pecado de resistencia a su Luz y Misericordia Dios se aleja de vosotros y dejará vacío<br />
de Sí este lugar y vuestros corazones; y lo que con llanto dijo Jeremías en sus profecías y<br />
lamentaciones (Jer.,Lam.1-5) se cumplirá exactamente. Meditad esas palabras proféticas, y temblad.<br />
Temblad y entrad otra vez en vosotros mismos con espíritu bueno. Oíd no las amenazas, sino<br />
aún la bondad del Padre que advierte a sus hijos mientras todavía les es concedido reparar y<br />
salvarse. Oíd a Dios en las palabras y en los hechos y, si no queréis creer en mis palabras, porque<br />
el viejo Israel os ahoga, creed al menos en el viejo Israel. En él gritan los profetas los<br />
peligros y las calamidades de la Ciudad Santa y de toda nuestra Patria, si no se convierte al<br />
Señor su Dios y no sigue al Salvador. ■ Ya se dejó sentir sobre este pueblo la mano de Dios en<br />
los siglos pasados. Pero el pasado y el presente no serán nada respecto al tremendo futuro que<br />
le espera por no haber querido acoger a Aquel al que Dios ha enviado. Ni en rigor ni en<br />
duración es comparable lo que espera al Israel que repudia al Cristo. Yo os lo digo, adelantando<br />
la mirada a través de los siglos: como árbol arrancado y arrojado a un turbulento río, así será<br />
la raza hebraica alcanzada por el anatema divino. Obstinadamente, tratará de asirse en las orillas<br />
en uno u otro punto; y vigoroso como es, brotarán de él vástagos y raíces. Pero, cuando ya crea<br />
que ha arraigado, volverá contra él la violencia de la riada y ésta volverá a arrancarlo, romperá<br />
sus raíces y vástagos y el árbol irá más allá, a sufrir, para arraigar y ser de nuevo arrancado y<br />
vagar de nuevo. ■ Y nada podrá darle paz, porque la riada que hostigará será la ira de Dios y el<br />
desprecio de los pueblos. Sólo arrojándose a un mar de Sangre viva y santificante podría hallar<br />
paz. Mas evitará esa Sangre, porque, a pesar de las palabras de invitación que ésta le dirigirá, le<br />
parecerá oír la voz de la sangre de Abel contra sí: Caín que oirá la voz del Abel celestial”. Otro<br />
amplio rumor que se propaga por el vasto recinto como rumor de olas. Pero en este rumor faltan<br />
las voces ásperas de los fariseos y escribas, y de los judíos a ellos subyugados. Jesús aprovecha<br />
para tratar de marcharse.<br />
* “Maestro, dices que la Verdad nos hará libres de nuestro pasado; pero este vínculo no es<br />
esclavitud. Somos descendencia de Abrahám, y no de Agar...”.-“Solo el pecado hace<br />
esclavo... La esclavitud encadena al hombre. La servidumbre, la ley antigua, hace<br />
temeroso de Dios. La filiación, el ir junto a Dios con el Primogénito, hace al hombre<br />
libre...”-. ■ Pero algunos que estaban lejos se acercan a Él y le dicen: “Maestro, escúchanos.<br />
No todos somos como ellos (y señalan a los enemigos), pero nos es costoso seguirte, incluso<br />
porque tu voz está sola contra una gran abundancia de voces que dicen lo contrario de lo que<br />
Tú. Y las cosas que dicen ellos son las que hemos oído de labios de nuestros padres desde que<br />
éramos niños. Pero tus palabras nos inducen a creer. ¿Cómo lograremos, pues, creer<br />
completamente y tener vida? Estamos como atados por el pensamiento del pasado...”. Jesús: “Si<br />
os establecéis en mi Palabra como si nacierais ahora de nuevo, creeréis completamente y seréis<br />
mis discípulos. Pero es necesario que os despojéis del pasado y aceptéis mi doctrina, que no<br />
borra todo el pasado, sino que mantiene y vigoriza lo santo y sobrenatural del pasado y quita lo<br />
superfluo humano, y coloca la perfección de mi doctrina donde ahora están las doctrinas<br />
humanas, que siempre son imperfectas. Si venís a Mí, conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará<br />
libres”. ■ Insisten: “Maestro, es verdad que te hemos dicho que estamos como atados por el<br />
pasado. Pero este vínculo no es prisión ni esclavitud. Nosotros somos descendencia de<br />
Abraham. En las cosas del espíritu. Porque con «descendencia de Abraham», si no nos<br />
equivocamos, queremos significar descendencia espiritual contrapuesta a la de Agar (Gén. 16 y 17;<br />
21,8-20), que es descendencia de esclavos. ¿Cómo es que dices, entonces, que seremos libres?”.<br />
Jesús: “Os hago la observación de que también era descendencia de Abraham Ismael y los hijos<br />
de él. Porque Abraham fue padre de Isaac y de Ismael”. Rebaten: “Pero impura, porque fue hijo<br />
de una mujer esclava y egipcia”. ■ Jesús: “En verdad, en verdad os digo que no hay más que<br />
una esclavitud, la del pecado. Sólo el que comete pecado es un esclavo, y esta esclavitud con<br />
ningún dinero puede redimirse. Y se hace esclavo de un amo implacable y cruel. Una<br />
esclavitud que incluye la pérdida de todos los derechos a la libre soberanía en el Reino de<br />
los Cielos. El esclavo, el hombre hecho esclavo por una guerra o por desgracias, puede caer<br />
en manos de un buen amo. Pero siempre es precaria su buena posición, porque el amo<br />
puede venderle a otro amo, cruel. El esclavo es una mercancía y nada más. A veces sirve<br />
como moneda para pagar una deuda. Y ni siquiera tiene el derecho a llorar. El criado, sin<br />
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