24.04.2013 Views

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

128<br />

hermano y Andrés no hacen más que suspirar. Mira, tú, a los dos primos, a quienes no solo el<br />

parentesco sino también el amor les une con el Maestro. Parecen que han envejecido. Tomás ha<br />

perdido su buen humor. Simón parece el leproso de hace unos tres años. Se le ve consumido por<br />

el dolor. Lívido, sin fuerzas”. ■ Iscariote observa: “Tienes razón. A todos nos ha sugestionado<br />

con su melancolía”. Santiago de Alfeo grita: “Mi primo Jesús, Maestro y Señor mío y vuestro,<br />

está y no está melancólico. Si con esta palabra quieres dar a entender que está triste por el<br />

exceso de dolor que todo Israel le está dando --y nosotros somos testigos de este dolor-- y por<br />

el otro, oculto dolor que solo Él ve, te digo: «Tienes razón»; pero si usas esa palabra para decir<br />

que está loco, eso te lo prohíbo”. Iscariote: “¿Y no es locura, una idea fija de melancolía?<br />

También yo he estudiado esas cosas. Las sé. Jesús ha dado demasiado de Sí, y ahora es un<br />

hombre mentalmente cansado”. Tadeo, aparentemente tranquilo, le dice: “Lo que significa que<br />

está loco, ¿no es verdad?”. Iscariote: “¡Justamente eso! Había visto con claridad tu padre, justo<br />

de santa memoria, a quien tú tanto te pareces en justicia y sabiduría. Jesús --triste destino de<br />

una ilustre casa demasiado vieja y castigada con la senilidad síquica-- ha tenido siempre<br />

tendencia hacia esta enfermedad. En los primeros días era dulce, después agresivo. Tú mismo<br />

viste cómo atacó a fariseos y escribas, a saduceos y herodianos. Él se ha hecho imposible la<br />

vida, como un camino cubierto de piedras puntiagudas. Y fue Él mismo el causante...<br />

Nosotros... le amamos tanto que el amor nos impidió ver. Pero los que no le amaron<br />

idolátricamente, como tu padre, tu hermano José y sobre todo Simón, éstos sí que vieron las<br />

cosas en su punto justo... Deberíamos abrir los ojos a sus palabras y no lo hacemos porque<br />

estamos todos sugestionados con su dulce fascinación de enfermo. Y ahora...”. ■ Judas Tadeo<br />

que --de la misma estatura que Iscariote-- está justo frente a él y parece oírle con calma, tiene<br />

un acto de arrebato y le da un soberbio bofetón que lo arroja contra uno de los asientos, y con<br />

una cólera contenida en la voz, inclinándose sobre el bellaco que no reacciona --quizás<br />

temiendo que Tadeo esté al tanto de su traición-- le dice con voz penetrante: “Esto por lo de la<br />

locura, ¡reptil! Y si no te estrangulo es solo porque Jesús está allí, y es noche de Pascua. ¡Pero<br />

piensa, piénsalo bien! Si le pasa algo malo, y ya no está Él para controlar mi fuerza, nadie te<br />

salvará. Es como si ya tuvieses la cuerda al cuello; y tendrás que probar estas manos mías<br />

honradas y fuertes de galileo, de tanto trabajar, y descendiente del que con su honda abatió a<br />

Goliat. Levántate, enervado libertino. ¡Y atento a lo que haces!”. Judas se levanta pálido, sin<br />

reaccionar lo mínimo. Y lo que me sorprende es que nadie ha protestado por lo que acaba de<br />

hacer Tadeo. Al contrario... todos lo aprueban. ■ Apenas se ha calmado el ambiente cuando<br />

entra Jesús. Se asoma en el umbral de la puertecilla, por la que apenas su alto físico puede pasar.<br />

Pone el pie en el tan reducido descansillo, y, con dulce pero triste sonrisa, abriendo los brazos<br />

dice: “La paz sea con vosotros”. Su voz es como la de un hombre cansado, como la de quien<br />

física y sicológicamente se va agotando. Baja. Acaricia la cabeza rubia de Juan que se le ha<br />

acercado. Sonríe, como si ignorase, a su primo Judas, y al otro primo le dice: “Tu madre te<br />

ruega que seas afable con José. Hace poco que preguntó por Mí y por ti a las mujeres. Siento no<br />

haberle saludado”. Santiago de Alfeo: “Lo podrás hacer mañana”. Jesús: “¿Mañana?... Bueno...<br />

tendré tiempo de verle... ¡Oh, Pedro, por fin estaremos un poco juntos! Desde ayer me pareces<br />

un fuego fatuo. Te veo por un momento y luego desapareces. Me parece que este día no te he<br />

visto sino muy poco. También tú, Simón”. Zelote dice con seriedad: “Nuestras canas, que<br />

abundan ya, pueden asegurarte que no estuvimos ausentes por apetito carnal”. Iscariote le<br />

interrumpe con estas palabras ofensivas: “Aunque... a todas las edades se pueda tener esa<br />

hambre... ¡Los viejos! ¡Peor que los jóvenes!...”. Simón le mira y va a rebatirle, pero se detiene<br />

ante la mirada de Jesús, que pregunta a Iscariote: “¿Te duele alguna muela? Tienes la mejilla<br />

derecha hinchada y colorada”. Iscariote: “Sí me duele. Pero no es para tanto”. Los otros no<br />

dicen nada y todo acaba así. ■ Jesús dice: “¿Habéis terminado con todo lo que había que hacer?<br />

¿Tú, Mateo? ¿Y tú, Andrés? ¿Y tú, Judas, has pensado en la ofrenda que haya que hacer al<br />

Templo?”. Tanto los primos como Iscariote responden: “Todo. Puedes estar tranquilo”. Juan,<br />

sonriente y soñador, dice: “Llevé las primicias de Lázaro a Juana de Cusa para los niños. Me<br />

dijeron: «¡Eran mejores aquellas manzanas!» ¡Aquellas invitaban a comérselas! Eran tus<br />

manzanas”. También Jesús sonríe recordando algo... Tomás dice: “Me encontré con Nicodemo<br />

y José”. Iscariote pregunta con interés marcado: “¿Los has visto? ¿Hablaste con ellos?”. Tomás:<br />

“Sí, y ¿qué tiene de extraño? José es un buen cliente de mi padre”. Iscariote: “Nunca lo habías

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!