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Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

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misericordiosos con los débiles”.- ■ La presencia de Jesús hace que nadie hable, pero Él sí lo<br />

hace con una calma verdaderamente divina: “Venid adelante un poco, para que no oigan las<br />

mujeres. Desde hace días quería deciros algo. Os lo prometí en los campos de Tersa. Quería<br />

que todos estuvieseis presentes. Vosotros. No las mujeres. Dejémoslas tranquilas... En lo que os<br />

voy a decir está la razón por la cual Marziam no estará con nosotros, ni tu madre, Judas de<br />

Keriot, ni tus hijas, Felipe, ni las discípulas de Galilea con la jovencita. Hay cosas que no todos<br />

pueden soportar. Yo como Maestro sé qué cosa es buena para mis discípulos, y sé cuánto<br />

pueden ellos, o no pueden, soportar. Ni siquiera vosotros sois fuertes para soportar la prueba. Y<br />

quedar excluidos de ella sería una gracia para vosotros. Pero vosotros debéis continuarme, y<br />

debéis saber cuán débiles sois, para ser después misericordiosos con los débiles. Por eso<br />

vosotros no podéis ser excluidos de esta terrible prueba que os dará la medida de lo que sois, de<br />

lo que habéis hecho durante estos tres años en que habéis estado conmigo. ■ Sois doce. Vinisteis<br />

á Mí casi al mismo tiempo. No habían pasado muchos días que nos habíamos encontrado<br />

Santiago, Juan y Andrés, hasta el día en que tú, Judas de Keriot, fuiste recibido entre nosotros,<br />

ni hasta el día en que tú, Santiago, hermano mío, y tú, Mateo vinisteis conmigo, para que pueda<br />

justificarse tanta diferencia de formación entre vosotros. Todos vosotros, incluido tú, docto<br />

Bartolomé, no teníais ninguna formación en mi doctrina. Es más, vuestra formación, mejor que<br />

la de muchos del viejo Israel, era un obstáculo para aceptar la mía. El camino que se os mostró<br />

era suficiente para llevaros todos a un mismo punto. Sin embargo, uno ha llegado a él, otros<br />

están cerca, otros no tanto, otros muy atrás, otros... sí, debo decir también esto: en lugar de<br />

adelantar han retrocedido. ¡No os miréis! No busquéis quién sea el primero o el último entre<br />

vosotros. Aquel que tal vez se cree el primero, y es considerado el primero por los demás, tiene<br />

todavía que tomarse el pulso a sí mismo. Aquel que se cree el último está para brillar en su<br />

formación como una estrella del cielo. Por esto, una vez más, os digo: no juzguéis. Los hechos<br />

hablarán muy claro. Por ahora no podéis comprender, pero pronto, muy pronto os acordaréis de<br />

mis palabras y las comprenderéis”. Andrés se lamenta: “¿Cuándo? Nos has prometido que nos<br />

dirías, que nos darías una explicación de por qué la purificación pascual será distinta este año,<br />

pero no nos lo dices nunca”.<br />

* “El Cordero de Dios será levantado como la serpiente de metal de Moisés, como señal...<br />

Esta es la prueba que os espera: El Hijo del hombre pronto será entregado... condenado a<br />

muerte en una cruz... resucitará al 3º día”,-■ Jesús: “De esto os quiero hablar. Porque aquéllas<br />

palabras y éstas constituyen una única cosa, pues tienen una única raíz. Mirad, estamos subiendo<br />

a Jerusalén para la Pascua. Allí se cumplirán todas las cosas dichas por los profetas respecto al<br />

Hijo del hombre. En verdad, como vieron los profetas, como ya estaba predicho en la orden<br />

dada a los hebreos al salir de Egipto, como fue ordenado a Moisés en el desierto, el Cordero de Dios<br />

muy pronto va a ser inmolado y su sangre muy pronto va a bañar las jambas de los corazones, y<br />

el ángel de Dios pasará sin hacer daño a los que tengan sobre sí, y con amor, la Sangre del<br />

Cordero inmolado, que muy pronto va a ser levantado, como la serpiente de metal en el palo<br />

transversal, para que sea señal para los que han sido heridos por la serpiente infernal, para<br />

que sea salvación de los que lo miren con amor. ■ El Hijo del hombre, vuestro Maestro Jesús,<br />

muy pronto va a ser entregado en mano de los príncipes de los sacerdotes, de los escribas y de<br />

los Ancianos, los cuales le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles para que sea<br />

escarnecido. Será abofeteado, herido, escupido, arrastrado por las calles como un harapo<br />

inmundo y luego los gentiles, después de haberle flagelado y coronado de espinas, le<br />

condenarán a morir en una cruz, en la que mueren los malhechores. El pueblo hebreo, reunido en<br />

Jerusalén, pedirá su muerte en lugar de la de un ladrón, y así matarán al Hijo del hombre. Pero<br />

así como está escrito en las profecías, después de tres días resucitará. ■ Ésta es la prueba que<br />

os espera, la que demostrará vuestra formación. En verdad os digo, a todos vosotros los que os<br />

creéis perfectos que despreciáis a los que no son de Israel, y aun a muchos de nuestro pueblo, en<br />

verdad os digo que vosotros, el grupo selecto de mi rebaño, cuando apresen al Pastor, seréis<br />

presa del miedo y huiréis a la desbandada, como si los lobos, que por todas partes os atacarán,<br />

os fuesen a desgarrar. Pero os lo digo de antemano: no temáis, que no os quitarán ni un solo<br />

cabello. Yo seré suficiente para saciar a los lobos feroces...”. ■ Conforme Jesús va hablando, los<br />

apóstoles parecen estar bajo una lluvia de piedras. Incluso se van encorvando van cada vez más,<br />

mientras Jesús va hablando. Al terminar dice: “Y todo esto que os acabo de decir está ya muy<br />

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