Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
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dicho... Por eso me sorprendí...”. Judas trata de borrar la impresión que ha dado, una impresión<br />
de ansiedad, por el encuentro de José y Nicodemo con Tomás. Bartolomé dice: “Raro que no<br />
hayan venido a presentarte sus respetos. Tampoco han venido Cusa, ni Mannaén... Ninguno de<br />
los...”. Pero Iscariote con una falsa sonrisilla interrumpe a Bartolomé diciendo: “El cocodrilo se<br />
mete en su guarida cuando llega la hora”. Zelote, en un tono tan agresivo que nunca ha tenido,<br />
pregunta: “¿Qué quieres decir? ¿Qué insinúas?”. Jesús interviene: “¡Paz, paz! ¿Qué os pasa? ¡Es<br />
la noche de Pascua! Nunca habíamos tenido escenario tan digno para comer el cordero.<br />
Comamos, pues, la cena con espíritu de paz. Comprendo que os he turbado mucho con mis<br />
instrucciones de estas últimas noches. Pero ya hemos terminado. Ahora ya no os voy a causar<br />
más turbación. No todo está dicho en cuanto a Mí se refiere. Solo lo esencial. El resto... después<br />
lo comprenderéis. Se os dirá... sí. Vendrá quien os lo comunicará”.<br />
* “Como en Caná, también hoy habrá un milagro: el vino cambiará de naturaleza”.- ■<br />
Jesús ordena después: “Juan, ve con Judas y algún otro a traer las jarras para la purificación, y<br />
luego nos sentaremos a la mesa”. Jesús es de una dulzura que arrebata. Juan, Andrés, Judas<br />
Tadeo y Simón traen una gran palangana, le ponen agua, ofrecen la toalla a Jesús y a los demás.<br />
La palangana que es de metal, la ponen, terminado todo, en un rincón. Jesús les dice: “Y ahora<br />
cada cual a su lugar. Yo me siento <strong>aquí</strong>. A mi derecha Juan y al otro lado mi fiel Santiago. Los<br />
dos primeros discípulos. Al lado de Juan mi fuerte Piedra; al lado de Santiago, el que es como<br />
el aire, que no se le ve, pero siempre está presente y ayuda: Andrés. Junto a Andrés mi primo<br />
Santiago. ¿No te duele, querido hermano, el que dé el primer lugar a los primeros? Eres el<br />
sobrino del Justo (S. José), cuyo espíritu palpita y revolotea a mi alrededor esta noche, más que<br />
nunca. ¡Ten paz, padre de mi debilidad de niño, encina bajo cuya sombra encontramos<br />
protección mi Madre y Yo!¡Ten paz!... Después de Pedro: Simón... Simón, ven un momento<br />
<strong>aquí</strong>. Quiero ver tu cara leal. Después no la veré tan claramente porque otros me la ocultarán.<br />
Gracias, Simón, por todo”, y le besa. Simón al regresar a su lugar, se lleva por un instante las<br />
manos a la cara con un gesto de dolor. Jesús prosigue: “Enfrente de Simón, Bartolomé. Dos<br />
hombres honrados y sabios que se parecen mucho. Y cerca, tú, Judas hermano mío. Así te<br />
puedo ver... y me parece que estemos en Nazaret... cuando alguna fiesta nos reunía alrededor de<br />
la mesa. ■ También en Caná, ¿recuerdas? Estábamos el uno al lado del otro. Una fiesta... fiesta<br />
de bodas... el primer milagro... el agua cambiada en vino... También hoy es una fiesta...<br />
también hoy habrá un milagro... el vino cambiará de naturaleza... y será...”. Y Jesús se<br />
absorbe en sus pensamientos. Con la cabeza inclinada, como aislado en su mundo secreto. Los<br />
apóstoles le miran sin hablar. Levanta su cabeza, mira detenidamente a Judas Iscariote y le dice:<br />
“Te sentarás frente a Mí”. Iscariote: “¿Tanto me quieres? ¿Más que a Simón?”. Jesús: “Tanto te<br />
amo. Lo has dicho”. Iscariote: “¿Por qué, Maestro?”. Jesús: “Porque eres el que has hecho más<br />
que todos para esta hora”. Judas pasa sus ojos sobre Jesús, sobre sus compañeros. Sobre Jesús<br />
con una cierta, irónica compasión; sobre los demás, con aire de triunfo. “Y a tu lado, en una<br />
parte, Mateo; en la otra, Tomás”. Iscariote dice: “Entonces Mateo a mi izquierda, y Tomás a<br />
mi derecha”. Mateo le responde: “Como quieras, como quieras. Me basta con tener en frente a<br />
mi Salvador”. Jesús: “Por último, Felipe. ¿Veis? Quien no tiene el honor de estar a mi lado, lo<br />
tiene de estar frente a Mí”.<br />
* ANTIGUO RITO: 1ª Y 2ª COPAS.<br />
. ● “Con toda mi alma se he deseado comer esta Pascua con vosotros”.- ■ Jesús, en pie en<br />
su sitio, vierte en la amplia copa que tiene delante de Sí. Todos tienen altas copas, pero Él tiene<br />
una mucho más grande, además de la que tienen todos; debe ser la copa del rito. Echa en ella el<br />
vino, la levanta y la ofrece, la coloca nuevamente sobre la mesa. Luego, todos en tono de salmo<br />
preguntan: “¿Por qué esta ceremonia?”. Una pregunta formal, de rito, se comprende. Jesús,<br />
como cabeza de familia, responde: “Este día recuerda nuestra liberación de Egipto. Sea bendito<br />
Jeová que ha creado el fruto de la viña”. Bebe un sorbo de la copa ofrecida y la pasa a los<br />
demás. Luego ofrece el pan, lo parte, lo distribuye; después las hierbas impregnadas en la salsa<br />
rojiza, que hay en cuatro salseras. Terminado esto, cantan varios salmos en coro. De la mesita<br />
traen la fuente en que está el cordero asado y la ponen frente a Jesús. Pedro, que en la primera<br />
parte... hizo el papel del que pregunta, vuelve a hacerlo: “¿Por qué este cordero, así?”. Jesús:<br />
“Como recuerdo de cuando Israel fue salvado por medio del cordero inmolado. No murió<br />
ningún primogénito allí donde había sangre sobre las jambas y el dintel. Y, luego, mientras todo