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Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

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llegar a Jesús y le hacen esa ansiosa pregunta que tantas veces se ha oído hacer, o con<br />

amor o con odio: “¿Quién eres Tú? Dínoslo, para que sepamos <strong>obra</strong>r en consecuencia. ¡Di la<br />

verdad en nombre del Altísimo!”. Jesús: “Yo soy la Verdad misma y no uso nunca la mentira.<br />

Yo soy el que siempre os he dicho que soy, desde el primer día que he hablado a las<br />

muchedumbres, en todo lugar de Palestina; soy el que <strong>aquí</strong> he dicho ser, varias veces, cerca<br />

del Santo de los Santos, cuyos rayos no temo porque digo la verdad. Todavía me quedan de<br />

decir muchas cosas, y de juzgar respecto a este pueblo, y, aunque parezca para Mí<br />

cercano ya el atardecer, sé que las diré y que juzgaré a todos, porque así me lo ha prometido<br />

el que me ha enviado, que es veraz. Él ha hablado conmigo en un eterno abrazo de amor,<br />

diciéndome todo su Pensamiento, para que Yo lo pudiera expresar con mi Palabra al<br />

mundo, y no podré callar, ni nadie podrá hacerme callar hasta que haya anunciado al<br />

mundo todo aquello que he oído al Padre mío”. Fariseos: “¿Y todavía sigues blasfemando?<br />

¿Continúas llamándote Hijo de Dios? ¿Y quién piensas que te va a creer? ¿Quién crees<br />

que va a ver en Ti al Hijo de Dios?”, y lo dicen gesticulando casi con los puños delante de la<br />

cara, pareciendo, a causa del odio, personas trastornadas. Apóstoles, discípulos y la gente<br />

bienintencionada los rechazan, formando como una barrera de protección para el Maestro. ■ El<br />

levita Zacarías, lentamente, con movimientos atentos para no llamar la atención de los<br />

energúmenos, se acerca a Jesús, a Mannaén y a los dos hijos de Alfeo.<br />

* “Me elevaréis a un trono... y la sombra de mi trono se irá extendiendo hasta cubrir toda<br />

la Tierra hasta que cubra por entero, solo entonces volveré y me veréis y comprenderéis<br />

quién soy...”.- ■ Ya están al final del pórtico de los Paganos, porque la marcha es lenta entre las<br />

corrientes contrarias, y Jesús se detiene en su sitio habitual, en la última columna del lado<br />

oriental. Se para. Desde el lugar donde están ni aun los paganos pueden expulsar a un<br />

verdadero israelita, so pena de soliviantar a la muchedumbre, cosa que los enemigos evitan<br />

hacer. Y desde allí empieza a hablar otra vez, respondiendo a sus ofensores y con ellos a<br />

todos: “Cuando elevéis al Hijo del hombre...”. Gritan los fariseos y escribas: “¿Quién crees<br />

que te va a elevar? Mísero es el país que tiene por rey a un charlatán desquiciado y a un<br />

blasfemo aborrecido por Dios. Ninguno de nosotros te alzará, puedes estar seguro. El poco de<br />

luz que te queda te lo hizo comprender a tiempo, cuando fuiste tentado (2). ¡Sabes que nunca<br />

podremos hacerte nuestro rey”. Jesús: “Lo sé. No me elevaréis a un trono, pero me<br />

elevaréis. Y, alzándome, creeréis que me estáis bajando. Pero precisamente cuando creáis<br />

que me habéis bajado, seré alzado. No sólo en Palestina, no sólo en todo el Israel esparcido<br />

por el mundo, sino en todo el mundo, incluso en las naciones paganas, incluso en los<br />

lugares todavía ignorados por los doctos del mundo. Y seré elevado no durante una<br />

vida de hombre, sino durante toda la vida de la Tierra y la sombra del pabellón de mi trono<br />

se irá extendiendo cada vez más sobre la Tierra hasta cubrirla por entero. Sólo entonces<br />

volveré y me veréis. ¡Me veréis!”. Fariseo: “¿Pero estáis oyendo las palabras de este loco?<br />

¡Le elevaremos bajándole y le bajaremos alzándole! ¡Un loco! ¡Un loco! ¡Y la sombra de<br />

su trono sobre toda la Tierra! ¡Más grande que Ciro! ¡Más que Alejandro! ¡Más que César!<br />

¿Dónde pones a César? ¿Crees que te va a dejar tomar el imperio de Roma? ¡Y<br />

permanecerá en el trono durante todo el tiempo del mundo! ¡Ja!, ¡ja!, ¡ja!”. Sus palabras<br />

suenan a bofetadas, más: latigazos, peor que con un flagelo. ■ Pero Jesús deja que hablen.<br />

Alza la voz para ser oído en medio del clamor que levantan los que le zahieren y los<br />

que le defienden, y que llena el lugar con rumor de mar agitado: “Cuando levantéis al<br />

Hijo del hombre, comprenderéis quién soy y que no hago por Mí mismo nada, sino que digo<br />

aquello que mi Padre me ha enseñado y hago lo que Él quiere. Y el que me ha enviado,<br />

ciertamente, no me deja solo, sino que está conmigo. De la misma manera que la sombra<br />

sigue al cuerpo, lo mismo está el Padre detrás de Mí, vigilante y, aunque invisible, presente.<br />

Está detrás de Mí y me conforta y ayuda y no se aleja, porque hago siempre lo que a Él le<br />

agrada”.<br />

* “En verdad os digo que por vuestro pecado de resistencia a su Luz y Misericordia<br />

Dios se aleja de vosotros y dejará vacío de Sí este lugar y vuestros corazones, como<br />

profetizó Jeremías con llanto”.- ■ Jesús: “Dios, por el contrario, se aleja cuando sus<br />

hijos no obedecen sus leyes e inspiraciones. Entonces se marcha y los deja solos. Por eso<br />

muchos en Israel pecan. Porque el hombre, abandonado a sí mismo, difícilmente se conserva<br />

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