Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
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Ni siquiera Moisés vio a Dios, porque en el Horeb, en cuanto supo quién hablaba detrás de la<br />
zarza que ardía, se cubrió el rostro; y tampoco las otras veces pudo verle entre los rayos<br />
cegadores. ¿Y Tú dices que has visto a Dios? A Moisés, que sólo le oyó hablar, le quedó<br />
un esplendor en el rostro (Éx. 3,1-6; 34,29-35). Pero Tú, ¿qué luz tienes en tu cara? Eres un pobre<br />
galileo de cara pálida como la mayoría de vosotros. Eres un enfermo, cansado y enjuto.<br />
Verdaderamente, si hubieras visto a Dios y te amara, no estarías como uno que está próximo a<br />
la muerte. ¿Pretendes dar la vida Tú que ni para Ti mismo la tienes?”, y menean la cabeza<br />
compadeciéndole con ironía. ■ Jesús: “Dios es Luz y Yo sé cuál es su Luz, porque los hijos<br />
conocen a su padre y porque cada uno se conoce a sí mismo. Yo conozco al Padre mío y sé<br />
quién soy. Yo soy la Luz del mundo. Soy la Luz porque mi Padre es la Luz y me ha<br />
engendrado dándome su Naturaleza. La Palabra no es distinta del Pensamiento, porque la<br />
palabra expresa lo que el intelecto piensa. Y, además, ¿ya no conocéis a los profetas? No<br />
os acordáis de Ezequiel y, sobre todo, de Daniel? Describiendo a Dios, visto en la visión, en el<br />
carro de los cuatro animales, dice el primero: «En el trono estaba uno que por el aspecto<br />
parecía un hombre y dentro de él y en torno a él vi una especie de electro, como la apariencia<br />
del fuego, y hacia arriba y hacia abajo de sus caderas vi como una especie de fuego<br />
que resplandecía en torno; como el aspecto del arco iris cuando se forma en la nube en<br />
día de lluvia: tal era el aspecto del resplandor de en torno» (Ez. 1,26-28). Y dice Daniel:<br />
«Yo estaba observando hasta que fueron alzados unos tronos y el Anciano de los días se<br />
sentó. Sus vestiduras eran blancas como la nieve, sus cabellos como la cándida lana; vivas<br />
llamas era su trono, las ruedas de su trono fuego a llamaradas. Un río de fuego fluía<br />
rápido delante de él» (Dan.7,9-10). Así es Dios, y así seré Yo cuando venga a juzgaros”.<br />
. ● “Doy testimonio de mi Naturaleza y conmigo el Padre que me ha enviado testifica lo<br />
mismo... Para esto he venido para que tengáis Luz y, por tanto, Vida... Además, mi Padre<br />
habló de Mí en el Jordán...”.- ■ Fariseos: “Tu testimonio no es válido. Te das testimonio<br />
a Ti mismo. Por tanto, ¿qué valor tiene tu testimonio? Para nosotros no es verdadero”. Jesús:<br />
“Aunque dé testimonio de Mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he<br />
venido y a dónde voy. Pero vosotros no sabéis ni de dónde vengo ni a dónde voy. Vuestra<br />
sabiduría es lo que veis. Yo, sin embargo, conozco todo lo que al hombre le es<br />
desconocido, y he venido para que también vosotros lo conozcáis. Por esto he dicho que<br />
soy la Luz, porque la luz hace conocer lo que ocultaban las sombras. En el Cielo hay<br />
luz, en la Tierra reinan mucho las tinieblas y ocultan las verdades a los espíritus, porque<br />
las tinieblas odian a los espíritus de los hombres y no quieren que conozcan la Verdad y las<br />
verdades, para que no se santifiquen. Y para esto he venido, para que tengáis Luz y, por tanto,<br />
Vida. Pero vosotros no me queréis acoger. Queréis juzgar lo que no conocéis, y no podéis<br />
juzgarlo porque está muy por encima de vosotros y es incomprensible para todo aquel<br />
que no lo contemple con los ojos del espíritu, y un espíritu humilde y nutrido de fe. Pero<br />
vosotros juzgáis según la carne. Por eso no podéis estar en el juicio verdadero. Yo, por el<br />
contrario, no juzgo a nadie; basta que pueda abstenerme de juzgar. Os miro con misericordia, y<br />
oro por vosotros, para que os abráis a la Luz. Pero, cuando tengo realmente que juzgar, mi juicio<br />
es verdadero, porque no estoy solo, sino que estoy con el Padre que me ha enviado, y Él ve<br />
desde su gloria el interior de los corazones. Y como ve el vuestro ve el mío. Y si viera en mi<br />
corazón un juicio injusto, por amor a Mí y por el honor de su Justicia, me lo advertiría. Mas Yo y<br />
el Padre juzgamos de una única manera; por tanto, somos dos y no Yo solo los que juzgamos y<br />
testificamos. ■ En vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos testigos que afirman lo<br />
mismo debe ser aceptado como verdadero y válido (Deut. 19,15). Yo, pues, doy testimonio de mi<br />
Naturaleza, y conmigo el Padre que me ha enviado testifica lo mismo. Por tanto, lo que digo es<br />
verdad”. Fariseos: “Nosotros no oímos la voz del Altísimo. Tú lo dices, que es tu Padre...”.<br />
Jesús: “Él habló de Mí en el Jordán...”. Fariseos: “Bien, pero no estabas solo Tú en el<br />
Jordán. También estaba Juan. Pudo hablarle a él. Era un gran profeta”. Jesús: “Con vuestros<br />
propios labios os condenáis. Decidme: ¿quién habla por los labios de los profetas?”. Fariseos:<br />
“El Espíritu de Dios”. Jesús: “¿Y para vosotros Juan era profeta?”. Fariseos: “Uno de los<br />
mayores, si no el mayor”. Jesús: “¿Y entonces por qué no habéis creído en sus palabras y no<br />
creéis? Él me señalaba como el Cordero de Dios venido a cancelar los pecados del mundo. A<br />
quien le preguntaba si era el Mesías, decía: «No soy el Cristo, sino el que le precede, porque<br />
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