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Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

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veces. Estamos en la primera vigilia, luego vendrá la segunda... y después la tercera. Antes de<br />

que lance su canto el gallo, tres veces habrás negado a tu Señor”. Pedro: “¡Imposible, Maestro!<br />

Creo todo lo que dices, pero no esto. Estoy seguro de mí”. Jesús: “En estos momentos lo estás,<br />

porque estoy contigo. Tienes a Dios contigo. Dentro de poco el Dios encarnado será hecho<br />

preso y no lo tendréis más. Y Satanás, después de haberos engañado --tu misma seguridad es<br />

una astucia de Satanás, una treta para engañarte-- os llenará de espanto. Os insinuará: «Dios no<br />

existe. Yo sí existo». Y, dado que, a pesar de que el espanto os empañe la mente, todavía<br />

razonaréis, lo que comprenderéis será que si Satanás es el amo de esa hora, es que ha muerto el<br />

Bien y lo que <strong>obra</strong> es el Mal; que el espíritu ha sido abatido y triunfa lo humano. Entonces<br />

quedaréis como soldados sin jefe, perseguidos por el enemigo, y, en medio del desconcierto<br />

propio de los vencidos, os doblegaréis ante el vencedor, y, para evitar que os maten, renegaréis<br />

del héroe caído. ■ Pero os pido una cosa y es que vuestro corazón no pierda su control. Creed<br />

en Dios, creed también en Mí. Contra todas las apariencias, creed en Mí. Que crea en mi<br />

misericordia y en la del Padre tanto el que se quede como el que huya; tanto el que calle como el<br />

que abra su boca para decir: «No le conozco». De igual modo, creed en mi perdón. Y creed que,<br />

cualquiera que sean vuestras acciones en el futuro, en el Bien y en mi Doctrina, por lo tanto en<br />

mi Iglesia, esas acciones os darán un igual lugar en el Cielo”.<br />

. ● “En la casa de mi Padre hay muchas moradas... Y ya sabéis dónde voy y sabéis el<br />

camino....Yo soy el Camino la Verdad y la Vida”.- ■ Jesús: “En la casa de mi Padre hay<br />

muchas moradas. Si no fuese así, os lo habría dicho. Porque Yo voy por delante. A preparar un<br />

lugar para vosotros. ¿No hacen, acaso, eso los buenos padres, cuando tienen que llevar a otra<br />

parte a sus hijitos? Van por delante, preparan la casa, los muebles, lo necesario. Y luego vuelven<br />

y toman consigo a sus más amadas criaturas. Eso hacen, por amor. Para que a sus pequeñuelos<br />

nada les falte, ni se sientan incómodos en el nuevo país. Lo mismo hago Yo, y por el mismo<br />

motivo. Ahora me marcho. Cuando haya preparado para cada uno su puesto en la Jerusalén<br />

celestial, regresaré y os tomaré conmigo, para que estéis conmigo donde Yo estoy, donde ya no<br />

habrá muerte ni lutos ni llanto ni gritos ni hambre ni dolor ni tinieblas ni quemazón, sino solo<br />

luz, paz, felicidad, y canto. ¡Oh, canto de los Cielos altísimos cuando los doce elegidos estén<br />

sentados sobre tronos con los doce patriarcas de las tribus de Israel, y --encendidos en el fuego<br />

del amor espiritual-- canten, en medio del océano de la felicidad, el cántico eterno al que<br />

acompañará el eterno aleluya del ejército angelical!... Quiero que donde voy a estar estéis<br />

vosotros.■ Y ya sabéis a dónde voy, y sabéis el camino”. Tomás pregunta: “¡Pero, Señor! No<br />

sabemos nada. Nos debes decir a dónde vas. ¿Cómo podremos saber el camino que debemos<br />

tomar para ir a Ti, y abreviar la espera?”. Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad, la Vida. Muchas<br />

veces os lo he dicho y explicado. Y, en verdad, algunos que ni siquiera sabían que existía un<br />

Dios, os han tomado ya la delantera dirigiéndose por mi camino. Oh, ¿dónde estás tú, oveja<br />

extraviada de Dios traída por Mí de nuevo al rebaño?, ¿dónde estás tú que resucitaste en el<br />

alma?”. Tomás pregunta: “¿Quién? ¿De quién hablas? ¿De <strong>María</strong> hermana de Lázaro? Está allí,<br />

con tu Madre en la otra habitación. ¿Quieres que venga? ¿O quieres que venga Juana? Debe<br />

estar en su palacio. ¿Quieres que vayamos a llamarla?”. Jesús: “No. No me refiero a ellas...<br />

Pienso en aquella que sólo se dejará ver en el Cielo (4)... y en Fontinai (4)... Ellas me<br />

encontraron. No se han separado de mi camino. A una señalé al Padre como el Dios verdadero,<br />

y al Espíritu cual levita en esta adoración individual. A la otra, que ni siquiera sabía que tenía<br />

alma, le dije: «Mi nombre es Salvador. Salvo a quien tiene buena voluntad de salvarse. Soy<br />

quien busca a los extraviados; soy quien da la Vida, la Verdad, la Pureza. Quien me busca, me<br />

halla». Y ambas encontraron a Dios... Os bendigo débiles Evas que os habéis convertido en<br />

seres más fuertes que Judit... Voy, voy donde estáis... Vosotras me consoláis... ¡Sed<br />

benditas!...”.<br />

. ● “Muéstranos al Padre”.- ■ Felipe pide: “Señor, muéstranos al Padre y seremos como<br />

estas mujeres”. Jesús: “Hace tiempo que estoy con vosotros, y tú, Felipe, ¿todavía no me has<br />

conocido? Quien me ve a Mí ve al Padre ¿Cómo puedes decir, «Muéstranos al Padre»? ¿No<br />

logras creer que Yo estoy en el Padre y el Padre en Mí? Las palabras que os estoy diciendo no<br />

os las digo por Mí, sino que el Padre, que mora en Mí, cumple cada una de mis <strong>obra</strong>s. ¿No<br />

creéis que estoy en el Padre y Él en Mí? ¿Qué debo decir para haceros creer? Pues si no creéis<br />

en las palabras creed al menos a las <strong>obra</strong>s. Yo os digo y os lo digo con verdad: el que cree en Mí

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