Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
4-258-191 (4-121-752).- Jesús revela a Santiago de Alfeo la muerte en cruz.<br />
* “¿El decir de los profetas no es alegórico? ¿Puede el Verbo ser maltratado por los<br />
hombres?”.- ■ Santiago: “¿Pero Tú, Verbo de Dios, eterno Verbo ¿por qué no te quedas?”.<br />
Jesús: “Porque soy Verbo y carne. Con el Verbo debo instruir, con la carne redimir”. Santiago:<br />
“Oh, Señor, ¿cómo redimirás? ¿De qué cosas vas al encuentro?”. Jesús: “Santiago, recuerda a<br />
los profetas”. Santiago: “¿Pero no es una cosa alegórica su decir? ¿Puedes Tú Verbo de Dios,<br />
ser maltratado por los hombres? ¿No quieren decir, quizás, los profetas que se dará martirio a tu<br />
divinidad, a tu perfección, pero nada más, nada más que eso? Mi madre está preocupada por mí<br />
y por Judas, pero yo por Ti y por <strong>María</strong>, y también por nosotros, que somos muy débiles. Jesús,<br />
Jesús, si el hombre te superase, ¿no crees que muchos de nosotros te considerarían reo y que se<br />
alejarían de Ti desilusionados?”. Jesús: “Estoy seguro de ello. Habrá un desquiciamiento en<br />
todas las capas de mis discípulos, pero después regresará la paz; es más, vendrá una cohesión<br />
de las partes mejores, y sobre ellas, después de mi sacrificio y de mi triunfo, vendrá el Espíritu<br />
Fortificador y Sabio: el Espíritu Divino”. Santiago: “Jesús, para que yo no me desvíe ni me<br />
escandalice en la hora tremenda, dime: ¿Qué te harán?”. Jesús: “Es una gran cosa la que me<br />
pides”. Santiago: “Dímela, Señor”. Jesús: “Saberlo exactamente te significará tormento”.<br />
Santiago: “No importa. Por el amor que nos ha unido...”. Jesús: “No debe ser conocida”.<br />
Santiago: “Dímela y luego bórramela de la memoria hasta la hora en que deba cumplirse;<br />
entonces, ponla de nuevo en la memoria junto con esta hora. Así no me escandalizaré de nada y<br />
no pasaré a ser enemigo tuyo en el fondo de mi corazón”. Jesús: “No servirá de nada, porque<br />
también tú cederás en la tempestad”. Santiago: “¡Dímela, Señor!”. Jesús: “Seré acusado,<br />
traicionado, preso, torturado, y crucificado”. Santiago grita: “¡Nooo!”, y se retuerce como si<br />
hubiese sido él el condenado a muerte. Repite: “¡No! Si a Ti te hacen esto, ¿qué cosa nos harán<br />
a nosotros? ¿Cómo podremos continuar tu <strong>obra</strong>? No puedo, no puedo aceptar el puesto que me<br />
destinas... ¡No puedo!... ¡No puedo! Tú muerto, también yo seré un muerto, sin más fuerzas.<br />
¡Jesús! ¡Escúchame, no me dejes sin Ti. Prométeme, prométeme esto al menos!”. Jesús: “Te<br />
prometo que vendré a guiarte con mi Espíritu, una vez que la gloriosa Resurrección me haya<br />
libertado de las restricciones de la materia. Seremos una sola cosa como ahora que estás entre<br />
mis brazos”. De hecho, Santiago se ha recargado llorando sobre el pecho de Jesús. ■ Jesús: “No<br />
llores más. Salgamos de esta hora de éxtasis, luminosa y llena de dolor, como quien que sale de<br />
las sombras de la muerte y recuerda todo excepto el momento-muerte, minuto de espanto<br />
helador, que como hecho-muerte dura siglos. Ven, te beso así para ayudarte a olvidar el peso de<br />
mi suerte de Hombre. Encontrarás el recuerdo en su debido momento, como pediste. Mira, te<br />
beso en la boca, que deberá repetir mis palabras a la gente de Israel; en tu corazón que deberá<br />
amar como Yo dije; en las sienes donde cesará la vida junto a la última palabra de fe amorosa<br />
en Mí. ¡Cómo vendré a estar cerca de ti, hermano amado, en las asambleas de los fieles, en las<br />
horas de meditación, en las horas de peligro y en la hora de la muerte! Nadie, ni siquiera tu<br />
ángel recibirá tu espíritu; seré Yo, con un beso, así...”. Ambos primos, Jesús y Santiago quedan<br />
por un instante abrazados. Santiago parece como si perdiera el sentido al percibir el beso de<br />
Dios que le quita todo el recuerdo de su sufrimiento. Cuando levanta la cabeza, es de nuevo el<br />
Santiago de Alfeo, tranquilo y bueno, tan semejante a José, esposo de <strong>María</strong>. Sonríe a Jesús con<br />
una sonrisa más madura, un poco triste, pero siempre dulce. “Vamos a comer, Santiago, y luego<br />
dormiremos bajo las estrellas. Con las primeras luces bajaremos al valle... Iremos entre los<br />
hombres...”. Y Jesús da un suspiro... Pero concluye con una sonrisa: “y a donde está <strong>María</strong>”.<br />
(Escrito el 20 de Agosto de 1944).<br />
. --------------------000--------------------<br />
().<br />
5