24.04.2013 Views

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

132<br />

pero a mí me ha causado mucho dolor. Jesús sonríe, y, al apóstol que le pregunta: “¿Te hice<br />

daño? Ha sido sin querer... Perdona”, le contesta: “No, amigo. Lo hiciste sin malicia y no hace<br />

mal”. Judas le mira... Una mirada en que está pintada la turbación, una mirada que huye de<br />

todo... Jesús pasa a lavar a Tomás y luego a Felipe... Da vuelta a la mesa y se acerca a su primo<br />

Santiago. Le lava los pies, y, al levantarse, le besa en la frente. Pasa a Andrés que está rojo de<br />

vergüenza y se esfuerza por no llorar. Le lava los pies, y le acaricia como si fuera un niño.<br />

Luego es el turno de Santiago de Zebedeo que no hace más que decir en voz baja: “¡Oh,<br />

Maestro, Maestro, Maestro! ¡Te has rebajado, sublime Maestro mío!”. Juan se ha aflojado ya las<br />

sandalias y, mientras Jesús está inclinado, secándole los pies, se inclina también él y le besa sus<br />

cabellos. ■ ¡Pero Pedro!... No es fácil convencerle que debe sujetarse a este nuevo rito. “Tú,<br />

¿lavarme los pies a mí? ¡Ni te imagines! Mientras esté vivo, no te lo permitiré. Soy un gusano, y<br />

Tú eres Dios. Cada uno a su lugar”. Jesús: “Lo que hago, no puedes comprenderlo por ahora.<br />

Algún día lo comprenderás; déjame lavarte”. Pedro: “Todo lo que quieras, Maestro. ¿Quieres<br />

cortarme el cuello? Hazlo. Pero lavarme los pies no lo harás”. Jesús: “Oh, Simón mío, ¿no sabes<br />

que si no te lavo, no tendrás parte en mi Reino? ¡Simón, Simón, tienes necesidad de esta agua<br />

para tu alma, y para el largo camino que tendrás que recorrer! ¿No quieres venir conmigo? Si no<br />

te lavo, no vienes conmigo a mi Reino”. Pedro: “¡Oh, Señor mío bendito! ¡Entonces lávame<br />

todo! ¡Pies, manos y cabeza!”. ■ Jesús: “El que, como vosotros, se ha bañado no tiene<br />

necesidad de lavarse más que los pies, porque ya está enteramente purificado. Los pies... El<br />

hombre con los pies camina sobre cosas sucias. Y ello sería poco, pues ya os lo había dicho que<br />

lo que ensucia no es lo que entra y sale con el alimento, ni contamina al hombre lo que se pega a<br />

los pies por el camino. No. Lo que contamina es lo que incuba y madura en su corazón y de allí<br />

sale para contaminar sus acciones y sus miembros. Y los pies del hombre que tiene un corazón<br />

no limpio se dirigen hacia la crápula, la lujuria, los tratos ilícitos, el crimen... Por esto, son, de<br />

entre los miembros del cuerpo, los que tienen más necesidad de purificarse... como también los<br />

ojos, la boca... ¡Oh hombre!, que fuiste una criatura perfecta un día: ¡el primero!, y luego, te has<br />

dejado corromper en tal forma por el Seductor (Gén 1-3). En ti, hombre, no había malicia, ni<br />

pecado... ¿Y ahora? Eres todo malicia y pecado, y no hay parte en ti que no peque”. ■ Jesús<br />

lava los pies a Pedro, se los besa. El apóstol llora y toma con sus gruesas manos las dos manos<br />

de Jesús, se las pasa por los ojos y luego se las besa. También Simón Zelote se ha quitado las<br />

sandalias, y sin decir nada se deja lavar. Pero cuando Jesús está para acercarse a Bartolomé,<br />

Simón se arrodilla y le besa los pies, diciendo: “Límpiame de la lepra del pecado como me<br />

limpiaste de la del cuerpo, para que no me vea confundido en la hora del juicio, Salvador mío”.<br />

Jesús: “No tengas miedo, Simón. Llegarás a la ciudad celestial blanco como la nieve”.<br />

Bartolomé: “Y yo, Señor, ¿qué dices al viejo Bartolomé? Tu me viste bajo la sombra de la<br />

higuera y leíste en mi corazón. ¿Y ahora qué ves? ¿Dónde me ves? Da seguridad a este pobre<br />

viejo que teme no tener fuerzas ni tiempo para llegar a donde quieres que se llegue”. Bartolomé<br />

está muy conmovido. Jesús le dice: “Tampoco temas tú. En aquella ocasión dije: «He <strong>aquí</strong> a un<br />

verdadero Israelita en quien no hay engaño». Ahora afirmo: «He <strong>aquí</strong> a un verdadero discípulo<br />

mío digno de Mí, el Mesías». Que ¿dónde te veo? Sobre un trono eterno, vestido de púrpura.<br />

Estaré siempre contigo”. El turno es de Judas Tadeo. Cuando ve a Jesús a sus pies, no sabe<br />

contenerse, inclina su cabeza sobre la mesa, apoyándola sobre el brazo y llora. Jesús: “No<br />

llores, hermano. Te pareces al que deben de arrancar un nervio, y cree no poder soportarlo. Pero<br />

será breve el dolor. Luego... serás feliz, porque me amas. Te llamas Judas. Eres como nuestro<br />

gran Judas Macabeo: un gran gigante. Eres el que protege. Tus acciones son de león y de<br />

cachorro de león rugientes. Tú desanidarás a los impíos, que ante ti retrocederán, y los inicuos<br />

se llenarán de terror. Lo sé. Sé fuerte. Una unión eterna estrechará y hará perfecto nuestro<br />

parentesco en el Cielo”. Le besa también en la frente como al otro primo. Mateo dice: “Yo soy<br />

un pecador, Maestro. No a mí...”. Jesús: “Tú fuiste pecador, Mateo. Ahora eres apóstol. Eres<br />

una «voz» mía. Te bendigo. Estos pies han caminado siempre para seguir adelante, para llegar a<br />

Dios... El alma los espoleaba y ellos han abandonado todo camino que no fuese el mío.<br />

Continúa. ¿Sabes dónde termina el sendero? En el seno de mi Padre y tuyo”.<br />

* ANTIGUO RITO: 3ª COPA.<br />

. ● J. Iscariote, turbado, resiste a las miradas de Jesús y al mensaje de los Salmos.- ■<br />

Jesús ha terminado. Se quita la toalla, se lava las manos en agua limpia, se vuelve a poner su

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!