Descargar PDF aquí - Difusión obra María Valtorta
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Sinaí; a los gentiles les digo: la ley para poseer el Reino no es otra sino la ley de virtud que toda<br />
criatura de moral elevada por sí misma se impone, y que, por la fe en el Dios verdadero, se<br />
transforma, de ley de moral o de virtud humana, en ley de moral sobrehumana”.<br />
* Llamada a gentiles: “La fe es un estado permanente del hombre, es necesaria para el hombre<br />
una fe, una religión. Pobláis con dioses irreales el Olimpo que os habéis creado para creer en<br />
algo... Habéis envidiado a los que han sido colocados en el grupo de los dioses... Ahora, en<br />
verdad, Yo os doy la manera de que seáis dioses... el verdadero Olimpo... Yo soy la Vida,<br />
el Camino... Mi Reino no es de este mundo... Al que cree en Mí le nace un reino en el<br />
corazón: el Reino de Dios en vosotros”.- ■ Jesús dice: “¡Oh, gentiles! Acostumbráis a<br />
proclamar dioses a los hombres grandes de vuestras naciones, y los metéis en las filas de los<br />
numerosos e irreales dioses con que pobláis el Olimpo que os habéis creado para tener algo en<br />
que creer, porque la religión, una religión, es necesaria para el hombre, así como, siendo la fe<br />
el estado permanente del hombre y la incredulidad la anormalidad accidental, es<br />
necesaria una fe. Y no siempre estos hombres elevados a deidades valen siquiera como<br />
hombres, pues unas veces son grandes por la fuerza bruta, otras por una gran astucia,<br />
otras por un poder de una u otra forma adquirido. De esta manera llevan consigo, como<br />
dotes de superhombres, una serie de miserias que el hombre sabio ve como lo que son:<br />
podredumbre de pasiones desencadenadas. Y que estoy afirmando la verdad lo demuestra el<br />
hecho de que en vuestro Olimpo imaginario no habéis sabido introducir siquiera uno de<br />
esos grandes espíritus que han sabido intuir al Ente supremo y han sido agentes<br />
intermedios entre el hombre animal y la Divinidad, instintivamente sentida por ellos con su<br />
espíritu de reflexión y con su corazón virtuoso. De la inteligencia del filósofo que razona, del<br />
verdadero filósofo, al corazón del verdadero creyente que adora al verdadero Dios, el paso<br />
es corto; mientras que del corazón del creyente al corazón del astuto, del hombre<br />
avasallador, o del que es héroe materialmente, hay un abismo. Y, aún siendo así, no habéis<br />
puesto en vuestro Olimpo a aquellos que, por una vida virtuosa, mucho se elevaron por encima de<br />
la masa humana, hasta acercarse a los reinos del espíritu; no, a éstos los habéis temido como<br />
a crueles amos, o los habéis adulado por un servilismo de esclavos, o los habéis admirado<br />
como ejemplo viviente de no haber seguido los instintos animalescos que a vuestros apetitos<br />
desordenados se presentan como fin y meta en la vida. Habéis envidiado a los que han sido<br />
colocados entre el grupo de los dioses, y habéis dejado de lado a los que más se acercaron a la<br />
divinidad con la práctica y la doctrina de una vida virtuosa. ■ Ahora, en verdad, Yo os doy la<br />
manera de que seáis dioses. El que haga lo que digo y crea en lo que enseño, ése, subirá al<br />
verdadero Olimpo, y será dios, dios hijo de Dios en un Cielo donde no hay ningún tipo de<br />
corrupción y donde el Amor es la única ley. En un Cielo donde unos a otros se aman<br />
espiritualmente, sin ofuscación ni asechanzas de los sentidos que enemisten a unos contra<br />
otros a sus habitantes, como sucede en vuestras religiones. No vengo a pedir actos heroicos<br />
que todos aclamen. Vengo a deciros: vivid como la criatura dotada de alma y razón, y no como<br />
los animales. Vivid de forma que merezcáis vivir, realmente vivir, con la parte inmortal vuestra<br />
en el Reino de Aquel que os ha creado. ■ Yo soy la Vida. Vengo a enseñaros el Camino para ir<br />
a la Vida. Vengo a daros la Vida a todos vosotros, y a dárosla para daros la resurrección de<br />
vuestra muerte, de vuestro sepulcro de pecado e idolatría. Yo soy la Misericordia. Vengo a<br />
llamaros, a reuniros a todos. Yo soy el Cristo Salvador. Mi Reino no es de este mundo; y, no<br />
obstante, a quien cree en Mí y en mi palabra le nace un reino en el corazón ya desde los días de<br />
este mundo, y es el Reino de Dios, el Reino de Dios en vosotros. De Mí está escrito que soy<br />
Aquel que llevará la justicia a las naciones. Es verdad. Porque si los miembros de todas las<br />
naciones llevaran a cabo lo que Yo enseño, terminarían los odios, las guerras, los abusos. Está<br />
escrito de Mí que no levantaré la voz para maldecir a los pecadores, ni la mano para<br />
destruir a aquellos que, por su indecorosa manera de vivir, parecen cañas débiles y pabilos<br />
humeantes. Es verdad. Yo soy el Salvador y vengo a fortalecer a los lesionados, a dar vigor a<br />
los que no lo tienen. Está escrito de Mí que soy Aquel que abre los ojos a los ciegos y saca<br />
de la cárcel a los prisioneros y lleva a la luz a los que estaban en las tinieblas de la mazmorra.<br />
Es verdad. Los ciegos más ciegos son los que ni siquiera con la vista del alma ven la Luz, o sea,<br />
al verdadero Dios. Yo vengo, Luz del mundo, para que vean. Los prisioneros más prisioneros<br />
son los que tienen por cadenas sus pasiones malas. Cualquier otra cadena queda anulada<br />
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