La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

Denning & Phillips Mysteria Magica 108
humanos (esclavos y prisioneros) para representar a la persona que debía beneficiarse (o al
contrario) con el rito. También se incluye en esta categoría, fundamentalmente, el método
prescrito por Sir Kenelm Digby para el uso de su curativo “Polvo Simpacético”.
I B) incluye no solo algunas operaciones muy primitivas –el tipo de magia de la lluvia que
como rasgo principal imita directamente el trueno o hace uso de la libación- sino también
cierta imaginería de refinado misticismo. Así, de los muchos ejemplos que se pueden aducir
sobre el hecho de dar vueltas como imitación de la revolución celeste, bastará por el momento
con hacer referencia a la literatura de los derviches, la cual en ciertos sitios parece implicar que
el girar de esta manera cumple con la obligación que tiene el microcosmos de continuar la obra
del macrocosmos: la palma de la mano derecha del bailarín está hacia arriba como para recibir
las influencias celestes, la palma de la mano izquierda hacia abajo como para trasmitir dichas
influencias a los planos inferiores del ser. Algunos escritores citan otras tradiciones más
elaboradas para explicar el significado de la danza giratoria mística. La que aquí se ha dado es
probablemente la más conocida y lleva algo de la herencia pitagórica, que en algunos
particulares ha sido fielmente transmitida tanto por la lengua árabe como por la helénica.
Sin embargo, no solo en tan notables desarrollos en donde encontramos acciones que
directamente imitan fenómenos en orden a participar de su movimiento o a inducirlo. En esta
categoría también se incluiría el sentimiento espontáneo de que los ritos de Fuego, por
ejemplo, deben ser ejecutados con movimientos rápidos, sencillos y con gestos de aspiración,
los ritos de Agua de un modo lento y ondulante, los ritos de Tierra con periodos de completa
quietud y silencio y los ritos de Aire con vigor, gestos expansivos y sonidos musicales. Tales
características pueden variar de acuerdo con circunstancias concretas y requisitos
individuales –el sonido metálico de los platillos puede evocar el Fuego, mientras que unos
resoplidos táuricos y unos pisotones en el suelo pertenecen a ciertos aspectos de la Tierra- lo
importante no es que un Elemento o Poder concreto tenga que ser representativo según una
regla fija, sino que los participantes en el rito sientan que sus acciones están en armonía con
la fuerza a evocar, y por encima de todo con los aspectos concretos de la misma directamente
relacionados con el trabajo entre manos. De los atributos de cualquier poder perteneciente al
rango del trabajo mágico se pueden extraer caracterizaciones muy reales. Para ello, además de
la meditación y experiencia personales, es interesante alimentar la imaginación buscando en
la tradición literaria. Por ejemplo, si se esta haciendo un estudio de los puntos cardinales, o de
sus vientos, sería digno de atención un pasaje como éste sobre el Viento del Norte, sacado del
Sexto libro de la Metamorfosis de Ovidio.
“La fuerza es mi naturaleza: con fuerza impulso a la negras nubes,
con fuerza agito los mares y arranco nudosos robles;
hago dura la nieve y azoto los campos con granizo.
Así también cuando me encuentro con mis hermanos en cielo abierto (ese cielo, mi
llanura) tan poderosamente contiendo con ellos
que el aire resuena y de las huecas nubes saltan rotos fuegos.
O cuando indomable desciendo a los abovedados subterráneos de la tierra y pongo mis
hombros bajo las más profundas cavernas,
con terremotos asusto a las sombras de los muertos, y al mundo entero.”