La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

Denning & Phillips Mysteria Magica 209
ET ECCE EQUUS NIGER: ET QUI SEDEBAT SUPER ILLUM, HABEBAT STATERAM IN
MANU SUA. ET AUDIVI TANQUAM VOCEM IN MEDIO QUATUOR ANIMALIUN
DICENTIUM : BILIBRIS TRITICE DENARIO ET TRES BILIBRES HORDEI DENARIO, ET
VINUM, ET OLEUM NE LAESERIS.
(Fuego)
¡Oh poderoso Príncipe!, ¡majestuoso Gobernador de la Atalaya Meridional del Universo!,
contémplame y contempla al Cuarto Sello sobre el que mi mano está puesta.
ET ECCE EQUUS PALLIDIUS : ET QUI SEDEBAT SUPER EUM, NOMEN ILLI MORS, ET
INFERNUS SEQUEBATUR EUM, ET DATA EST ILLI POTESTAS SUPER QUATUOR
PARTES TERRAE, INTERFICIERE GLADIO, FAME, ET MORTE, ET BESTIIS TERRAE.
En el simbolismo del Apocalipsis, los Cuatro Reyes vienen representados como Cuatro
Jinetes. Lo cual es apenas en si mismo una formulación: las “Caballos Blancos” de las
grandes olas marinas son una imagen familiar, y lo mismo las fuerzas de la tormenta como los
“Jinetes Salvajes” del cielo. Scott, en “The Lays of the Last Minstrel”, expone una variante
de este tan extendido sentimiento cuando, en una vívida aparición de la Aurora Boreales,
declara que “los espíritus cabalgan en la Luz Boreal”. El análisis de los sueños y las
exploraciones en líneas similares frecuentemente interpretan que animales tales como
caballos son símbolos de energías naturales, siendo el “jinete” aquello que dirige a la fuerza.
En el tema en consideración, los “jinetes” son los nombres y entidades atributivas de los
Cuatro Reyes.
IV
Liber Scientiae
Para entender el uso que la Aurum Solis hace del Liber Scientiae, es necesario en primer lugar
comprender algo de la naturaleza intrínseca de ese Libro. La Llave de los Treinta Éteres pone
en movimiento a las poderosas fuerzas del Libro de la Victoria Terrestre. En la Llave de los
Treinta Éteres se saluda a éstos como divinamente provistos de “un poderoso entendimiento
para disponer todas las cosas de acuerdo con la providencia de Aquel que se sienta en el
Santo Trono…”. Esta provisión “para el gobierno de la Tierra y de su indecible variedad”
aparece como dependiente de la complejidad y división inherentes a la naturaleza misma de la
Tierra: de cuyo cambiante desequilibrio el mago puede aprovecharse para la consecución de su
propósito.
Este contínuo flujo y reflujo de las condiciones terrestres es presentado como resultado de un
decreto divino: