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La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

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Denning & Phillips Mysteria <strong>Magica</strong> 362<br />

<strong>III</strong><br />

Bien puede haber hierbas para la fiebre,<br />

Y amuletos y ritos divinos.<br />

Nada puede curar una herida como la mía,<br />

Pero sin temor sigo vivo.<br />

32. Ayer por la noche, con el corazón en pena, bajo los cielos<br />

del sol poniente, a la luminosa taberna fui.<br />

33. Y encontré allí una grata compañía<br />

y a Él mismo, en persona, el antiguo y cordial Anfitrión,<br />

34. Se sentaba en medio de todos, rodeado de amigos,<br />

y mientras que algunos bebían, otros lo habían ya dejado<br />

35. Éstos yacían sentados o reclinados, perdida toda noción<br />

en sus silenciosos pensamientos y en sus mudos inocentes labios,<br />

36. con sus ojos fijos en Dios, con la verdad en sus oídos,<br />

y todos bañados en una luz que no era del mundo,<br />

37. mientras que los que aún bebían levantaban<br />

las copas y unos a otros se daban las gracias.<br />

38. El arpa con trémula emoción sonó, centelleó la copa,<br />

ni cielo, ni tierra, podrían ofrecer otro deseo.<br />

39. Me incliné ante el Dueño, diciendo: «Contigo,<br />

con quien los ángeles hablan, quisiera yo hablar.»<br />

40. « ¡Mira!, poseído, atravesado por el amor me hallo<br />

¿puedes con tu arte brindarme alguna ayuda?»<br />

41. Con su mirada me escudriñó y así respondió su sonriente boca:<br />

«En verdad que si, viajero, y ¡hola!, ¡saludos a ti!<br />

42. Que en la razón tienes tu yugo de servidumbre!<br />

Por ti se ruboriza la Hija del Vino.»<br />

43. Y yo dije: « ¡Ardo de fiebre, dame de beber<br />

un fresco trago que aplaque los inmisericordes fuegos!<br />

44. «Pues ayer por la noche buscando a mi Amor no halle reposo,<br />

y a los cuatreo vientos grite y tan sólo escuché el eco de mi voz.<br />

45. «Y miré hacia los cielos, y el ser de la noche en llamas<br />

ardía, ¡oh, que no sea ésta otra noche de angustia!»<br />

46. Y he aquí que el tendió hacia mí la copa y me dijo:<br />

«Toma, pero ten cuidado: un sorbito con prudencia bebe.»<br />

47. Y bebí. Y la Razón y el estricto propósito al instante<br />

aflojaron sus lazos, y de mi mente muy lejos volaron,<br />

48. y con una nueva consciencia claramente vi, entonces,<br />

a la Verdad Una que llena sus formas.<br />

49. Y he aquí que desde las vastas alturas del cielo,<br />

a un veloz ángel escuché, con una voz que decía:<br />

Él es único e inmutable<br />

el todo en uno en verdad

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