La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

Denning & Phillips Mysteria Magica 109
Puede compararse ahora el párrafo anterior con la vivida descripción del Viento del Norte, “el
fiero Kabibonokka”, en el Hiawatha de Longfellow –en verdad que su Segundo Canto, los
Cuatro Vientos, contiene pasajes de considerable belleza e interés para cada cuadrante-.
Igualmente para un estudio sobre el Viento del Oeste seria esencial la soberbia Oda de
Kyats. Mucho esfuerzo podría dedicarse al estudio de los caracteres de los Cuatro Vientos y
este es uno de los temas que siempre ha fascinado a la humanidad. Aunque de gran
antigüedad en Egipto, el “Canto de los cuatro Vientos” parece haber desarrollado en la época
de la Duodécima Dinastía una forma dramática: aparentemente se trataba de un juego
danzado en el que cuatro bailarines en los cuatro cuadrantes de un círculo representaba cada
uno el carácter de un viento, y había otro cuya base de operaciones estaba en el centro y que de
alguna manera intentaba “robar el tesoro” de los Vientos. Puede haberse tratado de un simple
entretenimiento o puede haber sido un rito para “robar vientos”, es decir, con el propósito de
levantar un viento por medio de un drama alusivo.
Esta última posibilidad nos introduce directamente en el tema del siguiente apartado,
II A): la atracción de fuerzas por medios indirectos, a veces simbólicos; después volveremos
sobre el tema de la caracterización. El simbolismo, que es el lenguaje del inconsciente, ha sido
canonizado como el medio de comunicación con el mundo espiritual: pero en algunos casos
detrás del uso del simbolismo se sospecha también la presencia de un elemento de inseguridad
personal, de un cierto grado de precaución contra el hacer una declaración demasiado directa
del propio deseo, quizá se evita también una secuencia demasiado simple de causa y efecto
con objeto de fortalecer, introduciendo ciertas oscuridades, tanto el poder de la operación en sí
como la propia resolución del operador. A veces, la línea de transición de la representación
directa al simbolismo es tan tenue y tan natural que no precisa de justificación especial. Así,
en las Fausti, en relación con las celebraciones Romanas del Día de Año Nuevo, se nos dice
que este día no se declaraba fiesta oficial por miedo a que tal presagio pudiera llevar a un año
de inactividad, y, a continuación, que se ofrecían a Janus dátiles e higos, miel y oro para que
sus dulzuras trajeran un año de alegría y abundancia. Una transferencia de ideas igualmente
simple es la que indican el altar y los emblemas del culto de la fertilidad encontrados en un
túnel de las minas de pedernal de Grame´s Graves, Norfolk: puesto que la naturaleza del
sitio excluye las connotaciones ordinarias de la fertilidad como propósito último de altar,
puede deducirse que la intención era la de hacer a la tierra prolífica en pedernales.
En otros casos, sin embargo, lo indirecto de la aproximación ritual es más patente y
conspicuo. Un ejemplo notable lo constituye la Danza de la Serpiente Hopi, cuyo propósito
último no es atraer serpientes sino lluvia. La intención de los movimientos serpentinos de la
danza es la de atraer a los fogosos y serpentinos rayos, los cuales empezarían a jugar del
mismo modo en los cielos: es precisamente su juego el que causa la lluvia. También
pertenecen a esta categoría, aunque a un nivel más sofisticado, los ritos destinados a inducir
una influencia planetaria determinada para corregir un desequilibrio astrológico y evitar así el
infortunio.
II B) con la unión de temas místicos y de conceptos mágicos se enriquecen en grado sumo
tanto las posibles fórmulas como el poder concreto de las operaciones. Esta nueva dimensión,
el vínculo con una fuerza espiritual específica, no solo constituye su propia fórmula, sino que
añade significado y poder a los tipos anteriores. El hombre no tardó en darse cuente de que el