La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

Denning & Phillips Mysteria Magica 401
planta, puedes estar seguro de que ningún demonio se va a acercar), y la Cicuta Europea, la
planta venenosa más notable de la antigüedad, la cual, mereció una mención perpetua en la
historia debido a la decocción que se llevo a Sócrates fuera de este mundo. El principal
productor de gálbano es la planta Pencedanum galbaniflorum; y la referencia más antigua de
la resina en sí es otra vez la Biblia, pero ahora en la primera indisputable lista de ingredientes
para su uso como fumigante sagrado (Éxodo 30: 34): «El señor dijo a Moisés, toma sustancias
aromáticas, estade y uña olorosa, aromático gálbano, e incienso puro, que entrarán a partes
iguales »… En este pasaje, nos encontramos con que un mineral no aromático, la sal, debe ser
mezclado con los demás ingredientes. Ya ha sido acordado un valor simbólico a las
propiedades purificadoras y preservativas de la sal; y era en orden a representar o incluso a
inducir dichas cualidades en el nivel espiritual, por lo que la sal debía añadirse a los demás
ingredientes.
La esfera de la Tierra tiene su propia planta de incienso, el Díctamo de Creta. Se emplea en
Evocaciones para la Aparición Visible, y en ritos similares, a causa de las densas
exhalaciones emitidas por sus hojas; cuanto más fresca sea la planta, mejor. Se ve
complementada con los frutos silvestres, a causa de su asociación con Demeter.
En los grandes templos de diferentes países, se han llegado a usar mezclas de inciensos de
una extraordinaria complejidad. Una famosa receta Egipcia para un incienso conocido como
Kyphi se halla en un papiro más bien tardío. En él se nombra un número de ingredientes,
algunos de ellos susceptibles a más de una interpretación a la manera de los ejemplos que
hemos dado.
Otro incienso indudablemente muy complejo era el usado en el Templo de Jerusalén.
Poseemos una receta que se precia de ser antigua; séalo o no, la original fue indudablemente
igual de compleja. Nuestra receta contiene benjuí, cascarilla, bálsamo de Tolú, raíz de lirio,
clavos, canela, capullos de rosa, lavanda, almaciga, sándalo amarillo, madera de brezo, lirios
del valle, verbena, anís estrellado, mirra, incienso indio, incienso de Arabia, nitrato potásico
(el salitre, añadido únicamente para mejorar la combustión), oro en polvo, menta en polvo,
flores de meliloto, flores de azahar, hojas de laurel, bayas de enebro, pachulí, bórax, ámbar,
benjuí de Sumatra, azúcar blanca (!), mirra china y un cierto número de esencias florales: rosa,
jazmín, violeta, reseda, bergamota, almizcle, aceite de clavos, que se añaden en forma líquida
en pequeña cantidad.
Se ha dicho algo acerca de las dificultades que surgen al interpretar las antiguas recetas. Se
dan aquí dos ejemplos más porque son dificultades típicas que aparecen una y otra vez. La
primera es una confusión que se encuentra en recetas de todos los tiempos, desde la
antigüedad hasta el presente, y que involucra a las dos palabras griegas nitron y natron.
Nitron significa simplemente nitro, esto es, salitre, o de otro modo dicho, nitrato potásico.
Como en la receta ya citada, el salitre se añade frecuentemente a materiales que no arden con
facilidad o con fuerza, para provocar una combustión más rápida y regular. El nitro no se usa
en ningún proceso que tenga que ver con embalsamamiento. El natrón, por otra parte, es sosa
tal y como se da en su estado natural: normalmente mezclada con una cierta cantidad de
bicarbonato de Sosa. Los egipcios lo usaban profundamente para embalsamar. No se usa en