La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

Denning & Phillips Mysteria Magica 111
lugar, la persona principal del grupo, preferiblemente con otros participantes, sea sin
dificultad capaz de entrar en el temperamento de la esfera.
En el tipo de rito mágico que aquí estamos principalmente considerando, la necesidad de una
preparación larga y elaborada es casi totalmente reemplazada por el desarrollo del elemento
mítico, lo que significa que no se necesita tanto el crear en la psique una afinidad con el
carácter de la operación, como el contactarla donde ya existe. Lo cual pone de manifiesto otro
aspecto importante de las relaciones entre el mito y la magia: el problema que el mito ayuda a
resolver ya que ha sido considerado desde distintos puntos de vista a lo largo de toda esta
obra, a saber, la necesidad del compromiso del mago, en el sentido de un convencimiento sobre
la necesidad del propio trabajo, y al mismo tiempo del no compromiso, en el sentido de verse
libre de toda ansiedad acerca del resultado del mismo. Mientras que cualquier forma de
psicodrama (que en el contexto que nos ocupa quiere decir cualquier forma de presentación
exacta de la situación interna personal del individuo requiriendo un resultado específico) debe
ser excluida en una operación de Alta Magia, pues sólo contribuiría a arruinar el trabajo, es
un hecho re-controvertido el que los grandes mitos de la humanidad poseen la capacidad de
despertar una respuesta –consciente o inconsciente- en cualquier psique humana ante la cual
sean adecuadamente presentados, de forma tal que a todo participante le es dado un
verdadero sentido de “pertenencia” a un nivel más profundo que el meramente personal. Por
esta misma razón no se puede colocar un rito mágico al nivel de una obra de teatro formal: el
rito es parte de la fuerza vital fluyendo a través de los participantes. De ahí que también se
aconseje al estudiante que en el momento de llevar a cabo un ritual en privado, y sin importar
lo exactamente que haya podido haber sido preparado por sí mismo o por otros, si siente que
lo “correcto” sería hacer otro gesto o el movimiento ritual, debe introducirlo sin lugar a dudas.
De la propia naturaleza del trabajo ritual se pueden deducir, además, cierto número de
principios a considerar en aras de su uso práctico. De entre ellos, el primero concierne al lugar
mismo de trabajo. Lo que se trata de establecer son los límites capaces de contener a la acción
mágica, estos limites que deben trabajar para que las condiciones creadas por el mago
prevalezcan. Aun suponiendo que éste se se propusiera influir a toda la tierra mediante una
única operación mágica (podríamos en cualquier caso dado cuestionar la sabiduría de tal
acción, pero no negar su posibilidad como hipótesis general) todavía su curso de acción sería el
de construir la fuerza dentro de un espacio limitado y desde allí proyectarla, en vez de permitir
que desde el principio se diseminara entre las miríadas de otras influencias del mundo, lo que
cambiaría tanto en contexto como en potencia al verse afectada por los procesos Hegelianos
de transformación. Es inevitable que tales procesos entren en juego, pero el Trabajo debe ser
antes completado en condiciones seguras. En otras palabras, el Círculo de Operación es una
necesidad de la verdadera magia ceremonial, como protección del mago y su trabajo y como
instrumento de conservación de energía. El Círculo se construye y se fortifica de acuerdo con
sus usos: en ciertos ritos encontramos que la circunferencia se traza con la punta de la espada,
en otros se mide “recorriéndolo”; y el área de trabajo puede fortificarse con Nombres de Poder
pronunciados o inscritos, y mediante signos, también inscritos o trazados en el aire, o
delineados en la imaginación visual y desde ella proyectados.
Muchas operaciones mágicas requieren que los operadores hagan una o más circunvoluciones
alrededor del lugar del trabajo –siempre dentro de los límites de Círculo. Mientras que las