La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

Denning & Phillips Mysteria Magica 303
Desde tu Carroza de Fuegos Celestiales contempla esta Vara que, con el trabajo de mis
propias manos, con la creatividad del Carnero, la perceptividad del Arquero y la libertad del
León, he preparado para el gobierno de las fuerzas del Fuego en las operaciones del Arte
Mágico. Que ella porte la luz de tu rostro, para que el mundo pueda conocer tu poder.”
Dejar la Vara sobre el Bomos, como antes las yemas de los dedos de la mano izquierda tocan
ligeramente la pirámide negra por encima, y las de la mano derecha estàn sobre la pirámide
blanca. Asì las dos manos estaràn paralelas, la izquierda directamente delante de la derecha:
En la Noble Alquimia de la Gran Obra, con mi ofrecimiento de lo que ha sido preparado, mi
alma se ofrece a si misma, no para ser destruida o para evitar cumplir con el propósito de su
ser, sino porque en el servicio a la Divinidad es donde se encuentra el verdadero propósito y la
verdadera realización. Este es el deseo que me impulsa a realizar este rito: con el ofrecimiento
de la Vara de mi mano, la Vara de mi voluntad esté presta para dicho servicio.”
Se levantan ambas manos y se llevan a una posición aproximadamente vertical, con las
palmas hacia el frente. Manteniendo esta posición, declamar:
“Entre el cielo y la tierras se arraciman los fuegos del firmamento, en donde nueve grandes
Espíritus los mueven. ¡Adornad vuestras cabezas, vosotros los Justos, con guirnaldas de
fuego! ¡Alegrar vuestras frentes como con azafrán brillante y con lirios de fresco tacto! Como
una viña a través del mundo se extiende el fuego, y el vino de sus llamas cual envenenada
bebida de tormento será para el malvado. Sus sarmientos serán dardos de fuego para la criba
del mundo. Siete y seis y nueve y nueve otra vez forman el número de los cribadores; de
continuo visitan la tierra y con la misma seguridad que las marcas del océano o la sucesión de
las estaciones, porque no termina nunca la separación del grano de la verdad.
Prestad, pues, atención, ¡Oh Ardientes!, y sed movidos en poder y en presencia; porque
vuestras obras serán como un canto de honor en alabanza de vuestro Dios.”
Bajar las manos: poner la izquierda sobre el Pentáculo de la Quintaesencia y agarrar
ligeramente el tallo de la Vara con los dedos de la mano, pero sin levantarla. Entonar:
“Yo, la llama incorpórea como sangre viviente corro por las venas del universo. Mi espíritu es
poderoso, mis energías animan a las esferas. Desde la oscuridad reinante, desde el
imponderable silencio, salto sobre el mundo sin aviso y coronada de rayos. Mi espíritu es
intrépido, mis hazañas iluminan la tierra.
Y yo, el ser dorado de brillante túnica, desde el suelo más santo me lanzo hacia el cielo. Mi
espíritu es alegre, ¡alegre! Mi risa desafía al vacío.”