La Sabiduría Mágica. Libro III «Mysteria Magica - Ekiria

Denning & Phillips Mysteria Magica 356
D) Agarrar la Gran Vara con la Mano Izquierda y el Grial con la derecha; sostener ambos en
alto, con palabras o en silencio.
Unir la Vara y el Grial de forma que denote claramente la unión del Dios y de la Diosa: la
acción a realizar (y a ser continuada, si así se desea) irá acompañada de cualquier tipo de parte
hablada que se estime conveniente, teniendo sólo en cuenta que las palabras serán, por su
verdad arquetípica, igualmente aplicables a la unión de las fuerzas superiores dentro de uno
mismo (la simplicidad dramática y el sentido de “adecuación” son una guía más segura que
cualquier tipo de sutil elaboración).
Dejar las Armas sobre el Bomos.
E) Volver a poner la Rosa de Ocultación en silencio.
9. El Adorado por los Eones.
V
Recitar una gloriosa eulogía del Santo, celebrando en primer lugar al trascendente HA como
sublime originador de los principios masculino y femenino y luego celebrando a
AGATHODAIMON como el hijo concebido por MELANOTHEOS y LEUKOTHEA.
Esta eulogía se hará desde el centro del lugar de trabajo y mirando hacia el Este.
10) Obumbratio et lumen Naturae.
A) Permaneciendo en el centro, girarse en el sentido del reloj para mirar hacia el Oeste y
asumir la postura de la Vara. Elevar el pensamiento hacia HA en aspiración silenciosa, de
modo que, atraído por la fuerza de esta contemplación, uno se siente a sí mismo crecer en
estatura hasta volverse inmensamente grande, cósmicamente grande. Construir entonces la
Forma Divina Ofiomórfica de AGATHODAIMON, que se ha erguido de sus espiras por
detrás de uno y que tiene la cabeza rodeada por los doce rayos y en posición horizontal justo
por encima de la propia cabeza. Las alas de la Serpiente surgen hacia delante y se pliegan
envolviendo en cuerpo.
B) Vibrar entonces con toda la intensidad de que se es capaz el Nombre Divino
KNOUPHIS-AGATHODEIMON.
C) Manteniendo la postura y las formulaciones, tomar conciencia de un brillo y un resplandor
por todo alrededor de uno, al principio construyéndose como una Aurora Boreal, luego como
las llamas de un fuego arco-iris acariciante y por completo envolvente hasta llegar a
reemplazar a la conciencia de la Forma Divina. Visualizar que este fuego crece cada vez más
en intensidad luminosa, hasta que uno se encuentra completamente ileso dentro de un
pulsante frenesí prismático de llamas. Con grande pero calma alegría, inhalar la radiación de
ese fuego, sabiéndose con ello fortalecido mágicamente y místicamente unificado en el Poder
del Santo Guardián del Cosmos; con ello hasta que el impulso de las fuerzas cósmicas y