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Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

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tiempos de su mandato, en favor de otros menesteres más prosaicos;<br />

pero esto no pasa de ser una conjetura”.<br />

El reciente hallazgo de abundante correspondencia del<br />

dictador, al descubrirse una cámara oculta tras un retrato ecuestre de<br />

éste en la Casa de Gobierno de Jaraguay, antiguo Palacio de Las<br />

Libertades y residencia del Jefe de Estado, ha venido a clarificar la<br />

relación entre “la Cinchona” y la caída de José Eulogio Doroteo<br />

Igualada.<br />

I<br />

La comitiva había entrado en el pueblo bastante más tarde de<br />

la hora prevista, aunque no tanto para que hubiera cundido el<br />

desánimo. El fervor popular que despertaba el libertador, las ansias del<br />

populacho por siquiera rozar los adornos de su enjaezado, todo,<br />

estalló en una voladura de vítores que proclamaban sus victorias.<br />

Nadie reparaba en que hacía tres años que no se libraba una<br />

verdadera contienda, en la deslucida indumentaria de los soldados o<br />

en el notorio aumento de peso de su General. Las comadres<br />

empujaban a las jóvenes casaderas al frente, peligrosamente cerca de<br />

los caballos, y éstas se movían en la dicotomía fronteriza de aupar sus<br />

senos a la vista de los héroes y salvaguardarse de ser aplastadas bajo<br />

los cascos de los corceles.<br />

El villorrio se había engalanado acorde a sus posibilidades,<br />

despejando el abrevadero de mulas apostado frente a la parroquia de<br />

Santa Águeda y haciendo ondear pendones con la bandera<br />

revolucionaria.<br />

- ¡Bienvenido a Los Milagros, mi General! – fue el<br />

recibimiento del párroco Romulano Bastida, que durante los primeros<br />

meses del alzamiento, en los que la belicosidad de ambos mandos<br />

produjo siniestras carnicerías, había colgado y tomado los hábitos de<br />

manera intermitente. Desde hacía más de dos años oficiaba en Santa<br />

Águeda sin interrupción en su labor, aunque junto al altar mayor<br />

había apostado el rifle de dos cañones con que había difundido el<br />

evangelio del General Igualada en más de una refriega.<br />

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