Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
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III. Azules como…<br />
Apenas habían transcurrido cinco minutos después de que el<br />
payaso lo dejase a solas, ensimismado, acariciando con los labios<br />
cuarteados el vaso que demoraba el último resquicio del güisqui<br />
funambulista. Se preguntó si aquel brebaje era suficiente acicate para<br />
balancearse a decenas de metros del suelo. Dedujo que no, pues ni<br />
siquiera se sentía con fuerzas para abandonar el pestilente refugio de<br />
su caravana nunca más.<br />
De nuevo un par de golpes tímidos sonaron tras la puerta. El<br />
viejo los escuchó sin inmutarse, sintiéndolos lejanos. Alguien,<br />
quienquiera que fuese, el payaso, otro payaso, un acróbata o un<br />
tragafuegos, que no cejaría en su empeño de recordarle que el mundo<br />
seguía tras aquella puerta y que jamás, aunque lograra el prodigio de<br />
que su elefante montara en bicicleta, volvería a ver el rostro generoso<br />
de su amada Monalisa.<br />
- Enano maldito… - farfulló entre dientes. Se levantó con<br />
dificultad, abotagado de alcohol y resentimiento, y abrió la puerta.<br />
- ¿Giuseppe Buono?<br />
El viejo se ajustó los lentes, y aún tardó unos instantes en<br />
concentrar su atención más allá de la neblina de vapor etílico que se<br />
abría bajo sus pestañas. Al pie de la escalerilla de acceso a su cuchitril<br />
se erguía una joven de tez pálida, cabello corto a lo garzón y ojos<br />
azules como…<br />
- ¡Un pitufo! – gritó un crío arrastrado por su padre, con dos<br />
cirios de moco pendientes de las narices - ¡quiero un pitufo! – sorbete<br />
de mocos - ¡papá! – profundo suspiro - ¡por favor!<br />
El viejo contempló la escena mientras unos centímetros más<br />
abajo, en la periferia de su visión, la joven aguardaba con los dedos<br />
entrecruzados y gesto nervioso. Sus ojos eran azules como un pitufo,<br />
barruntó el viejo dándole la razón por la espalda a aquel niñato<br />
mientras veía cómo su padre lo alejaba inmisericorde de la barraca de<br />
regalos, pero también eran azules como otros ojos. Azules como los<br />
ojos de…<br />
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