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Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

<br />

privado de visitar las casas de citas a las que antaño había sido tan<br />

aficionado.<br />

Cuando se giró, se topó de frente con un soldado que apenas<br />

habría superado la veintena. De amplias espaldas, mentón cuadrado y<br />

cejas espesas, que enmarcaban dos ojos verdosos que resaltaban a<br />

más no poder sobre la piel oscura.<br />

- Sargento Solivella – dijo el General Igualada – he recibido<br />

muy buenos y prometedores reportes de sus acciones, y no<br />

queriéndolos tomar por lisonjas, presumo que ha de hacerme usted<br />

muy buen servicio.<br />

- A sus órdenes, mi General – respondió el joven, tan firme<br />

como el asta de una bandera.<br />

- De esta manera – prosiguió el libertador – le tengo una<br />

misión destinada de la mayor gravedad – Igualada hizo una pausa,<br />

como tenía acostumbrado cada vez que se veía en la obligación de<br />

delegar una tarea, con el propósito de epatar a su subordinado y<br />

obtener de su intriga una mayor atención en el detalle de la labor – me<br />

veo en la necesidad de ausentarme de la capital durante unos días y<br />

deberá usted de ocuparse de la seguridad de mi esposa.<br />

- ¡Como usted ordene, mi General! – respondió solícito el<br />

sargento Solivella, henchido de orgullo al pensar que su primera<br />

misión encomendada por el mismísimo libertador de Jaraguay<br />

consistía en velar por el bienestar de su esposa - Responderé de su<br />

vida con la mía propia – añadió.<br />

- No lo dude – respondió cortante José Eulogio Doroteo<br />

Igualada.<br />

La noche transcurrió entre la algarabía propia de la festividad<br />

en que se rendía culto a la otra vida, tal y como se concibe en el<br />

mundo latinoamericano, y las calles se poblaron de una<br />

muchedumbre caracterizada como demonios, fantasmas y espíritus<br />

burlones dedicados a golpear con bastones acolchados a los<br />

transeúntes. Llegada la medianoche se prendieron las piras que<br />

representaban a los espíritus malvados, y el efecto purificador del<br />

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