13.05.2013 Views

Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

<br />

Un hombre enfundado en un mono de trabajo, que repintaba un paso<br />

de cebra, se arrancó de la boca un palillo y le soltó a bocajarro un<br />

piropo subido de tono. Ella, a pesar del cansancio, interpretó como de<br />

costumbre una sonrisa. Nunca podía asegurar no estar delante de un<br />

cliente, pasado o futuro.<br />

Serpenteó entre las callejuelas como una gata, demasiado<br />

cansada para soterrarse bajo las sábanas y prender la mecha de sus<br />

horas de libertad antes de atravesar nuevamente el pasillo iluminado<br />

de rojo. Se encontró con el <strong>Bar</strong> Catalina sin pretenderlo, y sonrío al<br />

pensar en Catalina II de Rusia, la Grande, famosa tanto por sus<br />

conquistas como por sus apetitos sexuales y sus numerosos amantes.<br />

Y pensó en la inutilidad de yacer con animales, ebrios de alcohol<br />

barato y que apenas la recordarían al día siguiente. Así no emularía a<br />

la emperatriz Catalina. No conquistaría nada ni a nadie.<br />

Entró decidida en el bar, despojándose de las gafas oscuras<br />

para aclimatar sus ojos esmeralda a la atmósfera cargada. Se dirigió<br />

hacia la barra mientras alguien, le pareció, murmuró unas palabras.<br />

Apenas reparó en el encargado. Sólo cuando aquel hombre<br />

diminuto, pálido y algo calvo se dirigió a ella le contestó, sin vacilar.<br />

- Yo busco trabajar, ¿…posible aquí?<br />

III<br />

TOMÁS<br />

Trató de disimular el malestar que le provocaba compartir el<br />

camarín del ascensor con aquella vieja y, en especial, con su perro.<br />

Asintió como un autómata ante la narración, procelosa en la exactitud<br />

de los detalles, del malestar estomacal que afectaba a aquel híbrido de<br />

can y roedor, tomado en brazos como el mesías peludo de una<br />

arrugada madonna. Cuando concluyeron el descenso no supo decidir<br />

a quién, si a uno u a otra, correspondía la autoría del nauseabundo<br />

aroma que le había acariciado los bigotes. Tomás se despidió con<br />

premura y tomó la calle como una liberación, aspirando hondamente<br />

<br />

93

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!