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Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

<br />

Ella le miró, le acarició levemente la barbilla con los dedos y<br />

no permitió que su marido continuara hablando.<br />

quiero.<br />

- Deberías afeitarte – musitó – y lo sé – añadió - yo también te<br />

Continuaron mirándose en silencio durante unos instantes, sin<br />

volver a tocarse, ambos con miedo a que un abrazo o cualquier otro<br />

gesto cercano desencadenara una nueva tormenta de lágrimas y<br />

disculpas, de arrepentimientos y reproches que en ningún caso<br />

afectaría a la inmutable realidad de sus vidas.<br />

- Nos esperan - terció Isabel. Jaume no se hubiera atrevido a<br />

ser quien finalmente evidenciara el hecho de que se habían retrasado,<br />

que alguien les aguardaba en algún despacho del edificio, que lo<br />

habían discutido varias veces y que, aparentemente, era la mejor<br />

opción. No hubiera tenido el valor de decir todo aquello porque al<br />

final del día, sólo él emprendería el viaje de regreso a casa. En<br />

cualquier caso ya no importaba, Isabel ya había abierto la puerta del<br />

coche, y se apoyaba en una pierna para escapar de aquel pequeño<br />

encierro y entrar en otro, cuando le dijo – No les hagamos esperar.<br />

Jaume se apuró por alcanzar a su esposa, que caminaba unos<br />

pasos por delante. Observaba su silueta espigada tratando por retener<br />

cada secuencia de aquella última filmación, consciente de que<br />

revisaría una y otra vez en su mente aquellos postreros fotogramas<br />

durante semanas. Les habían insistido en que al principio era<br />

absolutamente imprescindible que el interno permaneciera aislado de<br />

todo contacto familiar. Por su bien. Por el de todos, habían añadido.<br />

Jaume tomó de la mano a Isabel cuando se halló a su lado. Ella<br />

sonrió, pero no le miraba. Tenía los ojos clavados en el imponente<br />

edificio que les recibía.<br />

- Buenos días – les saludó el empleado que les aguardaba –<br />

señores ¿Llorens?<br />

Isabel.<br />

- Sí – respondió Jaume – Yo soy Jaume y esta es mi mujer,<br />

<br />

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