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Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

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insignificantes, infectas, nauseabundas para el mundo y el mundo<br />

literario en particular, pero que habían obrado el prodigio de construir<br />

una enorme bola en base al detritus del rebaño o de una Olivetti y al<br />

final engendrar en el cálido abrigo de su interior una hermosa<br />

crisálida.<br />

Subrayó las palabras «escarabajo pelotero» y anotó en el<br />

margen de la pequeña hoja el término «crisálida». Le pareció un buen<br />

título. «Cri… sá… li… da» repitió para sí. Tenía sonoridad, aunque en<br />

el fondo, y lo sabía por experiencia, el título era lo de menos.<br />

Garrapatas<br />

El presidente del jurado se levantó de su silla, parapetado<br />

entre la concejal de Cultura, una rubia de carnes prietas y pestañas<br />

empastadas de rímel, y el archivero local, que bostezaba de soslayo, y<br />

pidió un aplauso para el autor del relato ganador.<br />

- Pido un enérgico aplauso para Don Ernesto Pilfa, autor del<br />

relato «La crisálida y la taza de váter de José Bonaparte», primer<br />

premio del Certamen de Relato Literario Villa de Ventjaloux…<br />

Ernesto había vivido la misma situación decenas de veces;<br />

decenas de títulos distintos, de nombres diferentes para designar lo<br />

mismo. El prodigio. Había probado con títulos insultantes, robados de<br />

<strong>otras</strong> obras, en francés, en polaco, había probado a no titular el<br />

relato... el resultado siempre era el mismo.<br />

Caminaba a lo largo del pasillo central, a un lado y a otro<br />

jubiladas que aplaudían con desgana, esperando la posterior<br />

chocolatada, algún niño arrastrando un camión Transformer por el<br />

suelo, y dos libreros de Madrid que habían venido más por disfrutar<br />

del paisaje que por el certamen; tenía los ojos fijos en el cheque, como<br />

un ave de presa, y con la misma obstinación de rapaz trataba de<br />

apartar la vista de la escultura que coronaba el galardón – obra de<br />

autor local, uno de esos artistas de provincia, afectos al contubernio<br />

local de turno que gobernase cualquier legislatura, que había expuesto<br />

en la <strong>Bar</strong>celona de los Juegos Olímpicos en una galería de tercera y se<br />

había especializado en la temática «carnavales de fantasía» -.<br />

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