13.05.2013 Views

Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

<br />

Armando sonrió, y sus ojos se achinaron tras el cristal de sus<br />

gafas redondas. Subió todavía más el volumen del reproductor y soltó<br />

una carcajada.<br />

El vehículo se internó en las calles de Berrueco, situada en el<br />

límite de las provincias de Zaragoza y Teruel y vigilada por las torres<br />

del antiguo castillo, cuando el atardecer se tiñó de un precioso matiz<br />

anaranjado. Magdalena contemplaba el cielo a través de la ventanilla<br />

con gesto embelesado, siguiendo con la mirada la silueta oscura<br />

recortada contra el tul ambarino de un grupo de fochas.<br />

- Ahí está Ernesto – dijo Armando, cuando alcanzaron la calle<br />

Mayor. Saludó con la mano y se dispuso a aparcar.<br />

Ernesto Aguado tenía más del doble de edad que Armando.<br />

Había sido su profesor durante el primer curso universitario y el único<br />

que aceptó dirigir su tesis, pues ya al término de sus estudios se había<br />

granjeado una nutrida lista de recelos entre profesorado e<br />

investigadores. Armando le profesaba una sentida admiración; no sólo<br />

era una mente brillante, sino que además era un entusiasta de Deep<br />

Purple. «Tal para cual» pensaba Magdalena en las visitas que Ernesto<br />

dispensaba a su pupilo predilecto en el departamento de<br />

Antropología.<br />

Cuando se apearon del vehículo Magdalena se sintió algo<br />

cohibida, pensando que tal vez el profesor Aguado la encontraría<br />

fuera de lugar. Pero Aguado se ocupó en seguida de disipar sus<br />

temores, saludándolos con efusividad.<br />

- ¡Armando! Por fin habéis llegado… Magdalena, me alegra<br />

que también hayas venido tú. Contigo aquí me será más fácil tratar<br />

con este cabeza cuadrada.<br />

Magdalena asintió al tiempo que esbozaba una tímida sonrisa.<br />

Al final no pudieron reprimir las risas. Salvo Armando, que se rascaba<br />

los erizados pelos de la barba con gesto contrariado.<br />

- Venid, os acompañaré a dejar las bolsas. Después iremos a<br />

cenar. Y os pondré al tanto de todos los detalles – dijo Aguado –<br />

Mañana por la mañana iremos a la Laguna. Es algo asombroso…<br />

<br />

143

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!