Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
<br />
Cristina sin miramiento. Su cuerpo frío; cayó de espaldas y se percató<br />
de que el vestido, después de todo, aún seguía desabrochado.<br />
Media hora más tarde el Mercedes Benz clase C berlina se<br />
sacudía la vergüenza de haber sido pluriempleado como coche<br />
fúnebre superando los doscientos kilómetros por hora en un tramo<br />
recto de carretera. El novelista homicida Manuel Abárguez conducía<br />
siguiendo la línea discontinua de la carretera, que por alguna razón le<br />
pareció que le dictaba el ritmo de una melodía de jazz, cuando un<br />
agente de policía le hizo señas desde un área de descanso para que se<br />
detuviera.<br />
- Iba usted muy rápido – señaló el agente de policía cuando<br />
hubo inspeccionado la documentación del vehículo y el permiso de<br />
conducir.<br />
- Se me hacía tarde. Soy novelista y he tenido una idea que<br />
no podía esperar – respondió, sin separar las manos del volante. El<br />
agente de policía se mostró a disgusto con la respuesta; era interino y<br />
no había aprobado las pruebas de acceso a una plaza fija. Leer no era<br />
lo suyo.<br />
- Salga del vehículo y abra el maletero – ordenó apoyando el<br />
dedo pulgar de la mano izquierda en el grueso cinturón de color<br />
negro. Con la mano derecha extrajo del bolsillo de la camisa una<br />
pequeña libreta y un bolígrafo Bic de tinta azul con el capuchón<br />
tatuado de dentelladas nerviosas.<br />
Manuel Abárguez se apeó del vehículo y abrió el maletero,<br />
ahora vacío a excepción de una rueda de recambio y otros enseres.<br />
- ¿Eso es un arma? – preguntó el policía. Se refería a una<br />
funda de cuero marrón.<br />
- Es una escopeta de caza; un regalo de mi mujer. Tengo<br />
licencia.<br />
- ¿Y la mancha de sangre? – preguntó el policía, señalando<br />
una forma irregular y oscura con su bolígrafo Bic.<br />
<br />
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