Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
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- Debió de ser algo sobrecogedor para usted – afirma la<br />
periodista, que pone boca de piñón y arruga el entrecejo; es un<br />
recurso de manual, para dar efectismo.<br />
- Estas cosas imponen, claro que imponen – responde el<br />
operario -, pero en este trabajo se ve de todo. Hace unos años un<br />
compañero se tropezó con un drogadicto al abrir un contenedor;<br />
pálido, con los ojos en blanco y con la aguja todavía clavada en el<br />
brazo. Fiambre. Avisó a una ambulancia y en cuanto lo sacaron y lo<br />
fueron a embolsar ¿sabe usted qué? ¡Se despertó de un brinco, salió<br />
corriendo y todavía lo andan buscando!<br />
La periodista esboza una sonrisa, aprieta todavía más la boca<br />
de piñón, con riesgo de succionarse a sí misma, nerviosa, fuera de<br />
tema. Agradece la colaboración del entrevistado y devuelve la<br />
conexión al estudio. La última imagen del escenario permite<br />
vislumbrar, muy al fondo, el bulto inerte que compone medio cuerpo<br />
de prostituta dentro de una bolsa para cadáveres. El forense, un<br />
cuarentón con calva en forma de tonsura que lleva pajarita, ha<br />
anotado en una libreta que vestía una camisa blanca todavía anudada<br />
- «sobre el ombligo bajo el que se abre la nada», ha pensado - y que,<br />
aunque el cabello es rubio, por el color de las raíces - «negrísimas» - la<br />
mujer era morena.<br />
En el exterior del televisor Radiola, Chocho llega a puerto<br />
después de haber quemado todas sus naves en el bingo.<br />
***<br />
LA CARTILLA de Caja Madrid es una lastimera sucesión de<br />
muchas idas al cajero automático de la esquina y pocas venidas a<br />
decolorar el sangrante rojo de sus números. A Pistones le arde el<br />
estómago. Chocho le reclama desde algún lugar de la mazmorra en<br />
que lo ha sometido con las cadenas que lo atan a sus caderas.<br />
- Han encontrado otra puta partida por la mitad en un<br />
contenedor – anuncia Chocho mirando el reflejo del televisor en el<br />
espejo, mientras se pinta los labios – ya van cuatro. O dos, si sumas<br />
las cuatro mitades – añade Chocho permitiéndose hacer alarde de la<br />
bilis que destila su lengua.<br />
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