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Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

<br />

orondo y dibujan con nitidez sus gemelos. Lleva tiritas en los pies, que<br />

le duelen una barbaridad.<br />

En la acera de enfrente, Silvia, su compañera de turno, la<br />

observa mientras se introduce en el coche y se marcha calle arriba.<br />

- Zorra – masculla, más por el hecho de quedarse a solas que<br />

por haber perdido el servicio. Bosteza y se rasca la ingle, se coloca el<br />

elástico del tanga y consulta su reloj. Son normas del sindicato; hay<br />

que saber a qué hora se marcha una compañera, por si no vuelve.<br />

Pistones aplasta la colilla de Camel contra un cenicero<br />

«Recuerdo de la Expo de Sevilla 92» - no estuvo, jamás se ha ido de<br />

vacaciones; lo robó de un bar de Lavapiés – se coloca el paquete por<br />

fuera del slip y camina despacio para tumbarse al lado de esa mujer<br />

que lo ha esclavizado y lo ha atormentado tanto.<br />

***<br />

DEL MONSTRUO mecánico descienden dos hombres<br />

ataviados con un mono de cremallera de color verde y amarillo. Las<br />

bandas reflectantes en sus brazos se iluminan al paso de una furgoneta<br />

de reparto de pan. Se despereza la mañana con malas pulgas,<br />

sacudidos los chopos sistemáticamente dispuestos a lo largo de la<br />

amplia avenida por la acometida del viento.<br />

- Date prisa, Mariano – dice uno de los operarios de aseo<br />

urbano, antes llamado basurero; a él le da igual como le llamen, «la<br />

basura apesta lo mismo» afirma sin reparos – que nos llueve.<br />

Mariano termina de enganchar un contenedor a los enormes<br />

brazos del camión y un sonido hidráulico avisa de que va a comenzar<br />

el volcado. Resulta monótono la mayor parte de las veces; bolsas de<br />

supermercado mal anudadas preñadas de pañales sucios, latas,<br />

cartones de leche que son engullidas una tras otra por el monstruo<br />

devorador de inmundicia. En contadas ocasiones la tarea depara<br />

alguna sorpresa.<br />

- ¡Pero qué…! ¡Aguanta el bicho, Romerales! – exclama<br />

Mariano, con el rostro desencajado - ¿estás viendo eso, tú? – pregunta<br />

<br />

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