Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
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mí, mis inseguridades, mis problemas con la depilación de bigotes y<br />
equilibrado de patillas.<br />
- ¡La nieta del señor Grau tiene cuarenta años… y es<br />
inspectora fiscal! En esta empresa nos enorgullecemos de unos<br />
funerales dignos y unos libros de contabilidad dignísimos pero,<br />
señorita Claramunt, nadie sabe a qué atenerse con una inspectora<br />
fiscal que se ha llevado el susto de su vida con el cuerpo presente de<br />
su abuelo…<br />
Empecé a pensar que aquel trabajo no era para mí; era<br />
probable, después de todo, que no poseyera esa sensibilidad de la que<br />
me había hablado el señor Llorens. Me disculpé de nuevo y prometí<br />
solemnemente que aquellos errores no volverían a repetirse. El señor<br />
Llorens me aseguró que sólo daría lugar a que se repitieran una vez<br />
más.<br />
Cuando me disponía a abandonar su despacho Luis o Felipe<br />
me llamó por mi nombre.<br />
72<br />
- Beatriz…<br />
Me giré y observé que el señor Llorens había suavizado el<br />
semblante de disgusto.<br />
- Dígame, señor Llorens…<br />
Sospeché que tal vez se hubiera arrepentido de inmediato de<br />
haberme concedido una última oportunidad.<br />
- Voy a darle un consejo. Vaya a un museo.<br />
Aquello me pareció el perfecto colofón a la pérdida de un<br />
empleo. No sólo no iba a conservar el puesto sino que se me trataba<br />
de inculta.<br />
- No le entiendo, señor Llorens… - dije, con un hilo de voz.<br />
- Pinturas, señorita Claramunt, vaya a un museo a ver<br />
cuadros. La mayor parte de los retratados llevan siglos enterrados y<br />
ahí los tiene, mostrándonos su última sonrisa.