Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
<br />
- Yo todo… - respondió vehemente Anna Fedorova – yo<br />
limpio, sirvo mesa…<br />
- Venga esta tarde, a las tres – la atajó Inocencio, cortando el<br />
paso a la entraña que se le descabalgaba de la pechera - y traiga<br />
camisa blanca.<br />
Anna Fedorova asintió, y se marchó dejando a su paso una<br />
fragancia dulzona que aún tardó minutos en desvanecerse.<br />
92<br />
II<br />
ANNA FEDOROVA<br />
Se internó en el estrecho pasillo iluminado por bombillas<br />
rojas, que ni por asomo contagiaban de erotismo a los desconchones<br />
de las paredes. Llevaba tomado de la mano a un camionero vasco,<br />
orondo, mal afeitado, de gaznate aguardentoso que tuvo que besar<br />
para hacerle creer que tras ése habría otros besos. Abrió la puerta de<br />
un cuartucho ratonero que por mobiliario ostentaba una pequeña<br />
cama, un bidé, dos toallas y una papelera atragantada por una bolsa<br />
de supermercado. Le susurró el rosario de tópicos que acostumbraba,<br />
la suerte de lugares comunes que aprendió de memoria y que sólo un<br />
imbécil abotagado de alcohol puede creerse en una situación así. Le<br />
exigió con la misma sutileza el pago por adelantado y acometió el<br />
trabajo sin llegar a desvestirse del todo.<br />
Consumió la noche en idas y venidas, de arrancar cubalibres<br />
de garrafón a profesionales del volante y del puterío a arrancarles los<br />
pantalones, inclinándose con ceremonial sobre el bidé al término de<br />
estos amagos amatorios y exhortándoles al cabo a abandonar el<br />
cuchitril.<br />
- Ahora tú fuera…<br />
A la mañana siguiente Anna Fedorova abandonó el club con<br />
aire somnoliento, pero con la solemnidad propia de quien deja atrás la<br />
factoría tras haber cumplido con celo su jornada. Los tacones de aguja<br />
de sus botas abandonaron el extrarradio y se internaron en la urbe.