Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
<br />
- «¡La ostia! Parece que la han comprado en los chinos… -<br />
pensó mientras se aproximaba – vaya horror de cosa. El cheque al<br />
bolsillo y eso a tomar por culo».<br />
- ¡Enhorabuena! – exclamó el presidente del jurado,<br />
estrechándole la mano con vehemencia. Ernesto se dio cuenta por<br />
primera vez de que el presidente padecía estrabismo, y corroboró de<br />
primera mano que le apestaba el aliento a anisete. Correspondió al<br />
apretón de mano con el mismo entusiasmo, y ofreció un pase especial<br />
de su sonrisa de vencedor atribulado por el triunfo, ahora sí, ahora no,<br />
todo ello ensayado en base a las innumerables hazañas ya obradas<br />
por el prodigio. Con posterioridad, cuando ya se había convertido en<br />
concursante profesional de certámenes literarios y todo aquello no era<br />
más que un pasar por caja, muchos rostros, lugares y jurados se<br />
habían vuelto borrosos, se confundían, tal vez, seguro, era probable,<br />
fueran los mismos, garrapatas como él que se habían adherido a la<br />
pata lastimosa de la cultura de saldo; pero la primera vez, el punto<br />
inicial del triunfante camino del prodigio, permanecía indeleble en su<br />
memoria.<br />
54<br />
El prodigio<br />
- ¡Desaparece! ¡Desaparece! – gritó como un poseso. La<br />
escena era dantesca, tan patética que había perdido todo pretendido<br />
dramatismo y aún peor, amenazaba con atascar el inodoro - ¡maldita<br />
la hora en que se me ocurrió limpiarme el culo contigo, cabrón! Ni<br />
para eso vale lo que escribo… ¡mierda con mierda, tobillos negros!<br />
Le había parecido una salida digna, digna de opereta, de<br />
folletín, de antihéroe clásico, echar una cagada y limpiarse el trasero<br />
con las ocho páginas de su último fiasco literario; decirle adiós a todo<br />
por el retrete. Pero es lo que tienen algunos váteres culifinos, que no<br />
tragan con todo. Peleó durante un rato armado con una escobilla y<br />
venció por fin, dolorido en el brazo y el alma a causa del empuje y la<br />
decepción, respectivamente. Tardó poco en echarse a llorar,<br />
contemplando el agujero de nuevo solícito del retrete, y cayó en la<br />
cuenta de que era incapaz de imaginar a nadie tan lastimoso, tan<br />
pusilánime y tan inútil.