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Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook

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BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />

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Tales eran las ansias de Igualada por mantener contacto con<br />

su enamorada, que envió un mensajero distinto con cada una de las<br />

cartas que escribía cada noche. Y no menguó su regimiento de<br />

manera desastrosa porque la fortuna decidió que el conflicto no se<br />

prolongará más allá de una veintena de días.<br />

Entretanto, las relaciones entre nuera y suegra no habían<br />

transcurrido por los senderos de la cordialidad sino, más bien, y en<br />

sentido estricto, se había desatado un nuevo frente de batalla entre las<br />

propias alcobas del libertador. Mientras que para la augusta Doña<br />

María Colmena Sepúlveda el correcto modelo de una esposa debía<br />

reflejar virtudes como la obediencia, la discreción y la clausura, la<br />

Cinchona, más acostumbrada a trepar por las ramas de las bananeras<br />

que a rezar el Pater Noster, enseguida se sintió encorsetada y presa del<br />

tedio durante la ausencia del General. De tal suerte que el regreso de<br />

José Eulogio Doroteo Igualada al Palacio de Las Libertades de<br />

Ahuaquechec supuso el fin a dos escaramuzas, la librada contra el<br />

insurgente campesinado del Poracona y la de dos gatas que andaban<br />

a la gresca.<br />

V<br />

- Mi General – dijo el joven – se presenta ante usía el sargento<br />

Eduardo Solivella. Me envían de Ayahuazco con órdenes de ponerme<br />

a su servicio.<br />

El General Igualada contemplaba desde el amplio ventanal de<br />

su despacho el lento trasiego de un carromato, las idas y venidas de<br />

las mujeres al mercado. Durante varios días se había estado<br />

preparando la Festividad de Difuntos, y dispuestos a lo largo de la<br />

plaza se erguían diversos fantoches confeccionados con tallos de<br />

totora trenzada – traídos del Titicaca acorde a la tradición -, dispuestos<br />

para ser quemados aquella noche. No pudo por menos que sentir un<br />

escalofrío. Prácticamente había transcurrido un año desde su boda y<br />

aún no se le había dado a bien la concepción de un heredero en el<br />

seno de su esposa. Ya temía que, en cualquier momento, el espíritu de<br />

su padre volvería a perturbar su salud mental. En cualquier caso, por<br />

precaución, seguía afanado en esta tarea con ahínco y se había<br />

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