Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Bar-Matrioshka-y-otras-historias_ebook
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
BAR MATRIOSHKA y <strong>otras</strong> <strong>historias</strong> Alexis López Vidal<br />
<br />
de los Igualada se pierda en los lupanares. Quiere que engendres un<br />
heredero legítimo.<br />
- ¡Un heredero legítimo! – gritó el General. Su voz volvía a<br />
sonar con la jovialidad habitual - ¡un Igualada! Bastida – dijo<br />
incorporándose – si eso ha de poner fin a esta maldición, no he de<br />
perder más tiempo. Reúne a todas las mujeres, solteras o viudas, que<br />
estén en condición de concebir. Yo elegiré una. Y tú oficiarás la<br />
ceremonia.<br />
III<br />
Desde que la vio, el General José Eulogio Doroteo Igualada<br />
supo que había de hacerla suya. No entendía cómo en un cuerpo tan<br />
pequeño podía concentrarse toda la belleza, toda la inocencia y a la<br />
vez todo lo deseable que un hombre era capaz siquiera de imaginar.<br />
Pero allí estaba.<br />
Sólo era una chiquilla de abundante melena oscura recogida<br />
en un simple moño, que sin esmero en su peinado dejaba a su<br />
albedrío unos horribles mechones sobre la frente. Y sin embargo, verla<br />
de ese modo, esa simplicidad salvaje entre las decenas de mujeres que<br />
el párroco Bastida había convocado a la llamada nupcial de Igualada,<br />
todas engalanadas y pavoneándose frente a él, la hacía si cabe más<br />
atrayente. Se llamaba Concepción Mendoza, no pesaba más de<br />
noventa libras y había sido criada por su anciana abuela en la más<br />
vehemente de las protecciones. Tal era así que Bastida, con tal de no<br />
ser acusado por el libertador de no poner empeño en la misión<br />
encomendada y tratando de reunir a todas las mujeres del pueblo con<br />
posibilidad de contraer nupcias, había lidiado ferozmente con la vieja<br />
con el fin de presentarse con su nieta ante Igualada.<br />
La boda fue rápida, y el General, ansioso por conjurar el<br />
macabro espíritu de su padre, dio orden de marchar de inmediato<br />
hacia su residencia en el Palacio de Las Libertades, en Ahuaquechec.<br />
<br />
107